Hace poco salió la noticia de que Matt Reeves tenía en mente no solo hacer una trilogía de The Batman sino que estaba preparando todo un universo con spin off y demás. Al mismo tiempo salía un tráiler oficial de la nueva película de James Cameron, “Avatar 2: El Camino del Agua” la cual sería la continuación tan mencionada de una Avatar que salió hace más de 5 años. Por si fuera poco, Taika Waititi como Jon Favreau se han mantenido en los últimos años haciendo básicamente un solo tipo de película, aunque Taika ya esté en el punto de caer mal al público.
La pregunta está ahí aunque nadie quiera enfocarse en ella: ¿Qué ganamos cuando un director decide sacrificar su carrera a una sola saga? ¿Qué perdemos cuando el director no sale de un único proyecto?
El mejor ejemplo de todo esto es George Lucas, quien dedicó su vida a una trilogía que no solo le ha llenado de números las cuentas bancarias y asegurado su futuro y el de sus hijos y nietos, sino que también nos hemos perdido la visión de un director y guionista que tal vez tenía algo muchísimo más interesante que bridar. Pienso en “American Graffiti” y como ha día de hoy solo queda en el recuerdo de aquellos que quieran buscar algo más de la filmografía del director.
Otro caso interesante es el de Michael Bay, que para bien o para mal, su visión “Transformers” ha sido su ancla y de la que tuvo que salir de ella porque el estudio prácticamente le obligó al tener mala recepción el último filme de la franquicia.
¿Otro ejemplo? Chad Stahelski, quien salió hace muy poco de la saga John Wick y que desde entonces no ha dejado de estar dando declaraciones de que tal vez vuelva (probablemente con el estudio por detrás tirándole números), y quien hoy en día se sabe mas de lo que tal vez venga de la saga Wick versus el proyecto de Ghost of Tsushima que el director quiere llevar a la pantalla grande.
Aunque también hay casos no tan graves, como es el de George Miller que en sus más de 30 años de dirección solo ha rodado doce (12) películas y cuatro (4) de ellas han sido Mad Max y ahora viene con un spin off de uno de sus personajes. Más que una saga, podría decirse que Mad Max ha sido un proceso de destilación. En ese sentido nadie puede reprochar a Miller haberse volcado en una franquicia en la que cada paso ha sido una constante búsqueda y depuración de estilo comparable a la de muchos otros directores.
Peter Jackson también pasó por lo mismo, al cual se le carga la saga de El Señor de los Anillos pero también El Hobbit. En pleno apogeo de las trilogías y sagas interminables, el libro pasó a concebirse como un díptico fílmico. Jackson, que ya había saciado su hambre de recrear la tierra media, delegó la labor de director en Guillermo del Toro, que tras dos años de trabajo abandonaría el proyecto por los constantes retrasos y problemas financieros del proyecto. Así que Jackson, que se había embarcado con Steven Spielberg en una nueva trilogía sobre Tintín y que había adaptado “The Lovely Bones”, decidió tomar los mandos, seguramente a petición de Warner, e invertir otra ingente cantidad de tiempo en repetir con peor material, más prisas y menos entusiasmo lo mismo que ya vimos hace años pero un poco más ligero (porque el libro del Hobbit es ligero), y hoy en dia solo lo hemos podido ver en un documental sobre la banda The Beatles.
Al final entendemos que los directores, principalmente hoy en dia nos deben algo (veo con cierta intensidad algunos fandom exigirles, principalmente en los que son sobre héroes), porque cada creador es libre de configurar la película a su antojo y visión, sin embargo hay caminos que no tienen retorno y la vida no lleva pausas. Hoy en día extrañamos con cierto mimo a creadores como Stanley Kubrick, quien se mete de lleno en cualquier género sin importar como salga pero manteniendo su estilo único, y hoy en día hay pocos directores que son así. David Fincher, Bong Joon-ho, Chan-Wook Park, Christopher Nolan, Denis Villeneuve, Ang Lee, Martin Scorsese u otros, pero otros lamentablemente solo los vamos a ver buscando reinventarse en un solo proyecto, y más ahora que vivimos entre sagas, trilogías y series compartidas.