He decidido ver la filmografía de Rodrigo Sorogoyen, y ahí debe incluirse una de sus últimas obras: As Bestas.
El filme, con guión de su fiel colaboradora, Isabel Peña, narra como Antonio y Olga, una pareja de esposos que tienen años viviendo en Galicia. Y aunque su estilo de vida es tranquilo, la convivencia con sus vecinos no lo es tanto, y termina de subir la tensión cuando los hermanos Anta, una familia vecina, interrumpe. A estas alturas podemos echar la vista atrás y encontrar rasgos comunes en el universo de Sorogoyen. Está claro que se siente más cómodo en el thriller que en ningún otro género, ya que es ahí donde mejor lucen todas sus virtudes como cineasta. Se pueden apreciar, además, temáticas comunes en su filmografía. Es evidente que a Sorogoyen le interesa mucho el concepto de justicia, o más bien, cómo reacciona un individuo cuando lo que él entiende por justicia entra en conflicto con el orden establecido (algo parecido a lo que se ve en “Antidisturbios”). También parece muy proclive a explorar la naturaleza violenta del ser humano, y en ese aspecto me recuerda mucho a David Fincher.
Sorogoyen y Peña, son plenamente conscientes de las convenciones del género, lo que les permite jugar con ellas. A veces cumplen con las expectativas, a veces las subvierten, lo que crea en el espectador una sensación de incertidumbre. Entiende cómo funcionan los tempos de la intriga. Su trabajo de cámara es impecable. Sabe cuándo parar el movimiento y cuándo inyectar vigor y adrenalina. Construye la tensión con paciencia, a ritmo de diálogos punzantes cargados de pasivo-agresividad. Los tres planos más largos son tres conversaciones. Todo funciona para ser uno de los mejores filmes del director, pero patina un poco. A veces creo que es el guión, a veces creo que es la dirección, a veces creo que es ambas. A veces me gustaría creer que el problema ha sido mío, como espectador, que tal vez no estuve a la altura del filme pero vuelvo a sentarme y analizar “As Bestas” y me doy cuenta que el problema está en ellos.
Me explico: El punto de partida argumental me gusta, creo que es una buena historia. Hay tensión, y ésta va en aumento. Bien. Luis Zahera empieza a robar la película progresivamente desde el minuto uno. Hacia la mitad del metraje, cuando vamos por hora y pico, Sorogoyen ha manejado los tiempos a la perfección, y el nivel de violencia subterránea está tan alto, que ya a medio visionado me pregunto cómo podrá seguir creciendo esto, pero de repente hay un quiebro. La película rompe y se vuelve en algo diferente. Podría estar justificado, ser original etc… pero a mí no me convence porque es un momento en que, el espectador se queda a cuadros, estupefacto, y mientras va resolviendo en su cabeza lo que ha sucedido, el nivel de la película va bajando entonces, ¿donde está todo el nivel de tensión? ¿Por qué no sigue aumentando?
La historia de “As Bestas” se divide en dos partes con un punto de inflexión. Dichas partes son de diferente duración cada una, siendo aproximadamente la primera dos tercios del total. Esta primera parte más larga es la de más tensión, mientras que en la segunda parte, que es la que camina hacia el desenlace final, sin prescindir también de tensión e intriga, cobra protagonismo cómo todos los hechos diseccionan el alma y forma de ser del personaje de la mujer francesa Olga interrelacionando sobre todo con otro personaje que en esta parte se convierte también en protagonista y que es su hija Marie.
En primera instancia, quiero destacar al fabuloso elenco que conforma esta película, muchos de ellos han sido un descubrimiento para mi y no concibo otra idea que no pase por elogiar el tremendo esfuerzo escénico que ha tenido cada uno de los personajes en esta película, sin dejarme ninguno en el camino. Denis Ménochet se come la pantalla de principio a fin, prácticamente haciendo que la película sea suya, acompañado de un increíble Luis Zahera como principal y un soberbio Diego Anido.
En conclusión, ‘As Bestas‘ es un buen drama, que destaca por su fascinante reparto y sus momentos de tensión, perdiendo algo de interés y garra en los momentos de calma o en su media hora final. Creo que le habría venido genial durar veinte minutos menos, pero todo no se puede tener.