Los primeros 15 minutos de Athena es un plano secuencia de cómo un grupo de personas invade y ataca una estación de policía para robarse unas cajas fuertes. Esto no ha sido aleatorio sino adrede. El director Romain Gavras quiere que el espectador no cree una línea divisoria entre el bien y el mal, la autoridad y la anarquía.
Mediante una elección específica de diversos personajes activistas, la trama se concentra en sus intentos, cada vez más precarios, por mantener el control del motín. Athena se transforma en una trinchera y las alarmas de guerra civil sacuden Francia. Hay un especial énfasis en mostrar el desequilibrio emocional de los que luchan por la causa. Aquí el guión entra en bucle: nadie parece tener el control de nada. Todo se ha salido de control, el contexto social y específico del incidente termina importando menos que la impotencia que muestran los personajes. Sin duda hay mucho de “Los miserables” de Ly en esta “Athena”, pero siendo esta mucho más barroca desde el punto de vista visual, llegando a ser casi un redoble de tambores en un intento válido de superar el “plano secuencia” ya célebre de la oscarizada “1917” de Mendes.
Puede que la simiente, en este caso, provenga de “The Warriors (Los amos de la noche)”, de Hill, polémico film en su día, con problemas de censura en varios países y acusado de exceso de violencia gratuita. No es el caso del filme francés, cuya violencia es parte fundamental de la historia y totalmente creíble.
Desde el arranque, que deja en estado de estupefacción, a su final, el dinamismo (gracias también a un notable montaje) es incontestable y por supuesto, la mejor baza del film es el trabajo de fotografía, una coreografía absolutamente apabullante que pocos directores hubieran sido capaces de plantear y, mucho nos tememos, en un futuro no muy lejano tendrá sus imitadores, aunque no con la misma justificación dramática.
Para contrarrestar la balanza, la banda sonora corre a cargo de Surkin, un joven compositor francés de música electrónica, DJ y productor musical, que ya había trabajado con Romain Gavras y cuya influencia de la música planeadora es notoria.
A pesar de que en el reparto no haya nombres conocidos su nivel es muy bueno, lo cual demuestra una vez más que para un buen resultado nada más que hace falta buscar a los actores que puedan dar el personaje, y no necesariamente renombres para vender taquilla, que en este caso, tal vez no hubiese tenido el mismo impacto con la verosimilitud que se buscaba.
Hay quien le achaca a “Athena” que no cuenta con detalles los antecedentes que suceden y que es un “no parar”. Falso, En base a la propuesta no hay lugar para entretenerse en vaguedades, el tiempo va comprimido y todo está perfectamente explicado. Que es un “no parar” es cierto. No hacía falta más, al menos en esta ocasión, donde Gavras hace un buen trabajo en todas sus facetas, especialmente en la de director. No es un videoclip, aunque haya quien lo quiera ver así. Es un buen ejercicio de intentar dar una óptica diferente el cine de acción en el que Francia parece tomar la delantera, aunque no se le quiera reconocer los méritos que tiene, tanto por parte de la crítica como de ciertos espectadores, que luego alucinan con cualquier basura que les planten.