Que a alguien no le guste “House of the Dragon” es aceptable, ahora bien, creo que es importante ser objetivos a la hora de realizar una crítica. En bastantes ocasiones los gustos personales, -que no tienen nada que ver con valorar objetivamente una serie de elementos o parámetros previamente establecidos- no coinciden con la calidad intrínseca de una obra.
Después de esta breve introducción, en la que establezco de manera superficial la diferencia entre lo subjetivo y lo objetivo de una obra de arte, me dispongo a describir los elementos fundamentales que permitirán determinar si nos encontramos ante una mejora de la primera temporada o no.
Ryand Condal vuelve como productor y showrunner de la serie, y este es un enamorado de las obras de G. R. R. Martin y se nota, pero eso no es suficiente para poder mejorar los errores pasados. En términos meramente narrativos,”House of the Dragon temporada 2” no acaba por alcanzar la brillantez de su antecesora, pero sí mejora los errores de la vez pasada. GOT se caracterizó por trabajar el texto desde las sombras, tejiendo personajes ambiguos y oscuros y multitud de subtramas, algo que nuevamente parece fallar esta precuela a pesar de que se empeñe en ello. En este punto la serie mantiene una trama lineal de los dos bandos luchando y busca mantener el juego de personajes ambiguos en base a no saber de qué bando pertenece uno que otro, o cual puede salir de un bando y entrar a otro, pero aun así no consigue esa espectacularidad que lograba su antecesora.
Dicho ya la parte mala de esta segunda temporada, las actuaciones todas espléndidas, destacando a Emma D´Arcy como Rhaenyra Targaryen, el carismático Matt Smith como Daemon Targaryen (a quien en esta temporada le han dado una escena que hará que muchos se paren de sus asientos aplaudiendo), la magnífica Olivia Cooke como Alicent Hightower, para mal de muchos Fabien Frankel como Sir Criston Cole, quien gana mas tiempo en pantalla y les dan mejor matices a personajes como Aemond Targaryen interpretado por Ewan Mitchell con buenos resultados, Helaena Targaryen interpretada por Phia Saban y se busca hacer un personaje oscuro con Aegon II, interpretado por Ty Tennant, fallando fuertemente.
Se mantienen en su línea personajes como Rhys Ifans como Otto Hightower o Eve Best como Rhaenys Targaryen.
Vuelven también el espectáculo violento y las escenas en burdeles que daban un toque “pulp” a la alta fantasía que se nos mostraba en su predecesora, aunque sus excesos puedan no ser del agrado de muchos. En este aspecto me ha asombrado el alto nivel de las escenas de acción, destacando por el excelente trabajo de los “stunts”. El cuidado sin parangón en todos los apartados técnicos y artísticos al que nos tiene acostumbrado HBO regresa, ahora con mayor presupuesto si cabe, logrando la completa inmersión del espectador. Y lo anterior, cabe destacar, sin descuidar el guión, dando como resultado una gran presentación y planteamiento, tanto de los personajes como de los acontecimientos.
Para la fotografía cuentan con una gama de directores de renombre con los que anteriormente han trabajado, como es Fabian Wagner, Alejandro Martinez o Catherine Goldschmidt, quienes logran unos momentos únicos solo con iluminación natural. En la música, ya un viejo conocido como es Ramin Djawadi, esta vez destacando en en los temas Targaryen para las guerras y en uno que otro momento haciendo un modificación al tema de la Casa Stark, que harán que muchos vayan a querer volver a ver GoT.
House of the Dragon temporada 2 es densa, lenta y con infinitas conversaciones. No es nada que se aleje de su fórmula original y en absoluto algo negativo. Lo que ocurre es que no funciona de la misma manera, ya que en esta ocasión, dicha fórmula está aplicada sobre un alcance mucho menor dado que se basa en una única familia. Juego de tronos jugaba con la baza de contarnos múltiples historias ejecutándose en muchos sitios de forma simultánea y sobre muchas familias y personajes diferentes. House of the Dragon apuesta por mantener el conflicto más centrado, pero aun asi, es una serie de calidad infinita.