Tenía tiempo queriendo hacer la reseña de “One Piece”, la adaptación de Netflix, pero no he podido encontrar inspiración para hacerlo, a pesar de haber pasado un muy buen rato viendo la serie.
El anime creado por Eiichiro Oda está en emisión desde 1999 y aún sigue en emisión, con más de 900 capítulos sin incluir OVAS, películas y quien sabe que más que enriquezca este universo para los fans. Por eso la tarea titánica de Netflix para adaptar en solo 8 capítulos gran parte de la primera parte del anime o manga. Dicho esto, también hay que recordar que Netflix no ha sido bueno adaptando animes, ya que Cowboy Bebop fue todo un fracaso, Death Note por igual y Yu Yu Hakusho pasó sin pena ni gloria.
Primero que nada, el cast sugerido por Netflix fue de lo más acertado posible. Cuentan con Iñaki Godoy, un joven actor mexicano que le da vida al protagonista Luffy, y que es quien carga gran parte de la serie en sus hombros. Su carisma y su gracia se sienten incluso fuera de pantalla. Cuentan también con Mackenyu Arata, Emily Rudd, Jacob Gibson y Taz Skylar, formando el grupo protagonista y los cuales están muy bien desarrollados y actuados. Cada personaje le imprime su personalidad y el guión se encarga de no solo darle momentos a cada uno de brillar en lo que la acción respecta, sino también en su historia y desarrollarla junto con los personajes.
El guión de One Piece tampoco es que sea algo extraordinario. Es la historia de unos piratas que emprenden una aventura para encontrar el “One Piece”, que vaya a ver que sera, porque no especifican si es un barco, una lámpara mágica o que, solo nos dicen que hay una ruta en un mapa de un pirata que murió y a partir de ahí muchos se lanzaran en su búsqueda.
Pero más allá de si el guión es bueno o no, es bueno saber que Netflix pudo hacer algo que atrapará tanto a los fans de la serie como a los que no lo son, como es mi caso, y se encargó de que disfrutaramos la historia. La adaptación tiene sus cosas buenas, y es posible que sea la mejor adaptación, teniendo en cuenta que narra una historia que no está pensada para este medio. Con esto en mente, la serie de Netflix hace un loable intento, respetuoso, muy fiel, que le resultará curiosa a los que ya conocen el anime por ver a los personajes en la realidad, y que no sé qué le parecerá a quien se acerque sin saber nada.
En cuestiones técnicas, la serie no es que tampoco quede mal. Los efectos especiales están muy bien logrados. El maquillaje si bien puede parecer un poco infantil, no molesta al mantener siempre en mente que es la adaptación de un anime. Vestuario tampoco está nada mal y cumple. Para la fotografía, que aquí sí se siente un poco floja, han contado con un equipo y aun así se siente que no da la talla. Cuentan con Michael Swan, Michael Wood y hasta Nicole Hirsch Whitaker, y tiene momentos totalmente desaprovechados. La música cuenta con Sonya Beluosova y Giona Ostinelli (The Witcher), quienes saben mantener la ambientación musical de aventuras y piratas.
Más allá de todo esto, One Piece es una adaptación bastante divertida y que funciona para pasar el rato y, dejar con ganas al espectador que le guste el anime, en darle una mirada al material original, en caso de que no lo haya visto. Necesita sus mejoras, claro está, pero tampoco esto daña la experiencia.