A la hora de escribir esta reseña hemos visto la temporada uno, dos y tres seguidas para poder aprovechar el lema de la serie “todo está conectado” y si que lo esta.

La serie alemana creada por Baran bo Odar y Jantje Friese, sobre un pequeño pueblo alemán donde ocurren unas cuantas cosas extrañas y unas familias guardan unos misterios mientras que un joven ha encontrado algo capaz de cambiar al mundo tal como lo conocemos.  ¿Muchas cosas, verdad? Pues si acaso están creyendo que es mucho, los más de 20 capítulos que la serie ofrece en sus tres temporadas es un sin número de enigmáticas teorías e ideas, amarradas en una mezcla de mitología griega y bíblica donde cada personaje está envuelto en su propio drama y su propia tragedia.

Y es que la serie es lo suficientemente compleja para durar semanas buscando desenredar el nudo, a pesar de que en esta última tercera temporada se esfuerza (y lo consigue, pero con algunos tropiezos aunque muy ligeros) en dejar las cosas más claras posibles.  Y es interesante, como por ejemplo, el séptimo episodio de esta tercera temporada (el mejor de toda la serie) es capaz en sus últimos 20 minutos de encajar todas las piezas que deja abierta en sus episodios pasados.

Ya a estas alturas la serie a desarrollado con una excelencia abrumadora un desarrollo de personajes, destacando el de Jonas Kahnwald (interpretado con una solvencia magistral por Louis Hofmann), Ulrich Nielsen (Oliver Masucci), Katharina Nielsen (Jordis Triebel), Hannah Kahnwald (Maja Schone), Hanno Tauber “Noah” (Mark Waschke) y (¡sorpresas! ¡sorpresas!) Bartosz Tiedemann (Paul Lux).  Todo esto les da la oportunidad de acelerar y desarrollar la historia a su antojo y poder enfocarse en el componente “shock” que muy pocas series han podido desarrollar con facilidad y que sea creíble.

Es difícil hablar de la serie sin destripar parte de ella, pero al final el concepto de “DARK” es el amor.  Con un final agridulce pero satisfactorio, cada personaje de la serie se mueve en base al amor.  Desde el más secundario hasta el más protagonista y eso le da un toque personal que hace que mientras veamos los créditos con la canción de fondo de la banda alemana NENA (el nombre de la canción es “irgendwie, irgendwo, irgendwann” que significa más o menos “de alguna manera en algún lugar en algún momento”) podamos sentir una mezcla de emociones además de dejar abierta la escena.