Era 1986 cuando a Tony Scott se le entregó el guión de Top Gun.  El filme, que es más drama que acción, es una propaganda a las fuerzas aéreas envueltos en lindos planos de atardeceres y una música pegajosa.  30 años más tarde Tom Cruise empuja para crear Top Gun: Maverick, y esta vez tirando más a la acción que al drama.

Para esta ocasión, el bueno de Cruise opta por trabajar con ya viejos conocidos: en la dirección a Joseph Kosinski con quien había trabajado en “Oblivion”, en la banda sonora al reconocido Hans Zimmer pero con Lorne Balfe, quien hace la música de los “Misión Imposibles” y en los guiones está Christopher McQuarrie, experto en la acción moderna y quien dirige “Mission Impossible” y “Jack Reacher”.

La historia es lo de menos, ya que es una excusa para levantar del olvido a Pete “Maverick” Mitchell y lucir a un Tom Cruise que sabe mantenerse a pesar de los años y que es todo una estrella.  Si algo notable tiene Top Gun: Maverick es que sabe armonizar bastante bien todos los puntos que toca: cuando toca el romántico, sabe hacerlo pero no se extiende, y lo mismo pasa cuando toca el humor que da lo necesario, ni más ni menos.  Pero donde sabe destacar es en la épica y la acción.  Momentos frenéticos dentro de los aviones.

Eso sí, el filme juega mucho con la nostalgia pero de una manera moderada y sin exagerar.  Como si la mirara de lejos, añorandola pero sabiendo que todos hemos avanzado y seguimos.  Desde el inicio con la canción “Danger Zone” o el soundtrack de Lady Gaga que tiene aires a la ya clasica cancion de Berlin “Take My Breath Away”, todo es nostalgia pura pero bien distribuida, y ni hablar del momento de Val Kilmer, todo excelente.

No es la mejor película de la historia, pero si por la que vale pagar una entrada al cine y verla con el mejor sonido y en la mejor pantalla, porque esto es entretenimiento puro y duro.