Lo que comenzó como una película original de terror, se ha convertido en una saga que invita a la expansión de su universo. “A Quiet Place: Day One”, es la precuela de “A Quiet Place” y “A Quiet Place II”.
La historia sigue a Sam, una paciente que padece de un cáncer terminal y vive en la ciudad de New York, en el mismo día en que llegan las bestias que pueden escuchar todo a miles de kilómetros. A partir de aquí, ante una amenaza desconocida y en estado de shock, tendrá que moverse en el máximo silencio posible para poder llegar a su destino. Hablar de las actuaciones aquí es hablar sin base. Es bien sabido el poder actoral de Lupita Nyong’o que es quien tiene el 70% de la película en sus hombros. A partir del segundo acto se le suma la presencia de Joseph Quinn (Stranger Things) con un personaje bastante carismático y del cual entre ellos van a crear una de las dinámicas más interesantes y bien desarrolladas que tiene el filme.
Pero no todo es perfecto, porque si miramos a “A Quiet Place: Day One”, como película individual encontraremos que hay pocas escenas realmente memorables, hay buenas ideas y buenos escenarios pero todo se reduce a un corre aquí y corre allá, con poco margen de maniobra. También al tener tan poco sonido prácticamente todo se convierte en un jumpscare, en contexto es algo más permisible que en la mayoría de películas que recurren a este efecto tan gratuito pero también es de justicia decir que hay un par que se podrían haber ahorrado porque están ahí simplemente porque sí. Y si la miramos entendiendo que es una entrega dentro de una saga también encontramos problemas, pues la trama general no avanza en ningún aspecto, no hay nada que ocurra aquí que no supiéramos o imaginamos viendo las anteriores películas. Yo todavía no sé como unos alienígenas que parecen ser totalmente salvajes pueden ir de planeta en planeta en unas naves que parecen meteoritos. Y quiero imaginar que esto es simplemente unas bestias que limpian las amenazas de cada planeta ante los verdaderos jefes, porque si estos son las bestias detrás de todo, pues poco creíble.
Dirige Michael Sarnoski, en parte bien porque aquí mantiene ese toque sensible con personajes atormentados como en su anterior trabajo Pig, pero que falla en algunas decisiones estéticas algo extrañas, como que uno de los dos personajes protagonistas se pase media película corriendo con zapatos de suela gruesa (eso hace un ruido al pisar importante, y aquí el sonido es muy importante) o que aparezca el gato más inteligente de la historia con una capacidad pulmonar que ni Michael Phelps.
Es como la 2da parte, que aumenta los niveles de la primera en todos los sentidos, pero en esencia es la misma película pero con otras locaciones y otros personajes.
“A Quiet Place: Day One” podría haber sido la mejor película de las tres pero no se atrevió a intentarlo. Aún así pienso que si quieres algo más de hora y media de puro cine de entretenimiento con cierto peso en los personajes ésta puede ser una buena propuesta.