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«Apple Cider Vinegar« está basada en un caso real: el de una influencer de salud y bienestar llamada Belle Gibson y cómo se lucró a costa de muchas mentiras que ponían en riesgo la salud de otros.

La historia, aunque real, tomará algunas licencias y dejará uno que otro agujero argumental para mantener al espectador entretenido. Aun así, está bien elaborada y estructurada. Y aunque, como mencioné, tiene sus debilidades, la showrunner Samantha Strauss, junto a un equipo de directores y guionistas hábiles, logra que no nos perdamos en ningún momento. La miniserie tiene algunos saltos temporales bastante marcados que, en manos de alguien menos experimentado, habrían sido un desastre, ya que no sigue una línea de hechos convencional, sino que va construyendo y tejiendo la historia de manera paralela.

Apple Cider Vinegar

Sin embargo, la serie no tiene el más mínimo interés en que empaticemos con su protagonista (ni con ningún otro influencer). Constantemente la golpea narrativamente y, en sus momentos más débiles, nos recuerda de una u otra forma que no es una víctima.

Este punto me pareció sumamente interesante porque, siempre—y cuando digo siempre, es SIEMPRE—las películas que tratan el tema de los influencers y cómo pueden ser personajes viles intentan, en algún momento, mostrarnos su lado más vulnerable para que empaticemos con ellos. Es algo totalmente humano el perdonar. Pero Apple Cider Vinegar no cae en eso y nos recuerda, ya sea a través de un personaje, una escena o un comentario, que Belle no es de fiar. Increíble el momento en el cumpleaños de su hijo, cuando cae al suelo con un supuesto ataque y el sonido se reduce para que escuchemos con total claridad a su exesposo decir: «No la lleven a emergencias, porque siempre ha odiado a los médicos», en clara referencia a una escena anterior donde ella afirmaba lo contrario.

En cuanto a las actuaciones, todas son interesantes y algunas muy buenas, pero ninguna extraordinaria. Tal vez, al ser en su mayoría personajes reales, el margen para destacar sea más reducido. Aunque eso no es excusa, ahí están Timothée Chalamet en A Complete Unknown o Sofía Vergara en Griselda. Dicho esto, las mejores interpretaciones vienen de los veteranos, como Susie Porter, quien da vida a Tamara, la madre de Milla Blake (interpretada por Alycia Debnam-Carey), y Matthew Nable, como el padre de la misma. Ambos transmiten mucho incluso con la mirada, logrando que el espectador los entienda e, incluso, les tenga algo de pena. En cuanto a Kaitlyn Dever, Aisha Dee, Ashley Zukerman y otros, cumplen bien, pero sin llegar a sobresalir.

En el apartado técnico, la música de Cornel Wilczek resulta extraña por momentos, ya que da la sensación de estar viendo una película de terror, pero acierta en los momentos más dramáticos. El soundtrack está lleno de canciones pop que buscan reforzar la idea del mundo ideal que los influencers proyectan. La fotografía de Toby Oliver juega con brillos e iluminación cuando representa ese mundo perfecto que Belle crea, pero cuando la muestra en la soledad de su casa y su verdadera realidad, se torna oscura e incluso sobria.

Al final, Apple Cider Vinegar es una miniserie muy entretenida que pone la lupa sobre los influencers de la salud. A diferencia de otras películas o series, aquí no se busca que sintamos compasión por ellos, sino que constantemente se les retrata de la peor manera posible. ¿Son realmente así? No lo sé, pero a nivel cinematográfico, es sin duda la visión más ácida que existe (incluso por encima de Not Okay, que ya tenía un final bastante mordaz).

Veredicto

No estamos ante la mejor miniserie, pero si se le agradece que tengas el pulso tan fuerte para llevar a sus personajes al limite principalemente a su protagonista.

6 / 10