Seamos sinceros, “Enola Holmes” es un entretenimiento sin muchas pretensiones, directo y con buenos recursos. En ningún momento la película se siente que baje, aunque sea por un momento su calidad. Pero cuando se trata de ver más allá, nos damos cuenta que le faltan muchas cosas.
El filme funciona como una excelente película juvenil y por suerte Netflix sabe eso, por lo que se ha centrado en orientarla a ese público, logrando que algunos de sus trucos narrativos más ligeros y condescendientes funcionen a la perfección. Donde (irónico pero cierto), los misterios, los puzzles detectivescos y las resoluciones son reducidas a una mínima y destacando más el humor ligero y la aventura. Porque de eso si está llena “Enola Holmes” de una aventura llena de humor que carece de una originalidad pasmosa. Por momentos parece una película hecha con varias escenas de otras películas y donde llevan a nuestra protagonista del punto A al punto B.
En cuanto a casting pues poco se puede decir: Millie Bobby Brown desayuna a todos los actores que aparecen en pantalla y tiene un carisma grandioso, llevando la película en sus hombros. No podemos decir lo mismo de Helena Bonham Carter que apenas tiene un cameo (es hasta ridículo la cantidad de escenas que tiene en pantalla y para colmo tan cortas), Sam Claflin con un personaje exageradamente mal hecho para poder justificar ciertos mensajes y un Henry Cavill que parece Superman con traje de época (hasta ahora son pocos los directores que han logrado que este joven se salga de ese personaje y se meta a otro), que solo esta para decir unas palabras y ser el personaje pasivo ante Enola.
El guión, inexistente, muchas veces (demasiadas veces) juega con romper la cuarta pared, metodo que al director Harry Bradbeer parece causarle gracia pero que no sabe aplicar, porque nuestra carismática protagonista nos habla durante la película COMPLETA. Y lo interesante de esta herramienta es que de vez en cuando el personaje pasa a formar parte de la incredulidad del espectador. Dos ejemplos que nos llegan rápidamente a la cabeza es de la serie Fleabag, cuando algún personaje le responde a la protagonista con un humor rancio, un comentario cargado de machismo o simplemente algo que sabemos que es mentira y el personaje nos mira en pantalla para hacer un comentario, que, efectivamente pensamos o en la película Deadpool cuando el personaje nos dice la idea que tiene en mente y como en su idiotez cree que funcionara.
Como punto aparte no podemos dejar pasar los dardos feministas que la pequeña joven va soltando en toda la película y que muchas veces se sienten fuera de lugar, al igual que todo el apartado moderno que Netflix hace gala y que en vez de tener un agregado interesante, parece un panfleto sociopolítico que repite ciertas frases cada 5 minutos de metraje.
Luego, la música está ahí, hermosa fotografía y un diseño de producción muy bien logrado (eliminando por supuesto algunas licencias modernas que Netflix se toma a la hora de crear un producto).