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A estas alturas el cineasta Aaron Sorkin es considerado una autoridad en Hollywood.  El creador del guión de “La Red Social” , aquella magnífica película dirigida por David Fincher llena de diálogos demoledores, al igual que la famosa serie ya de culto “El Ala Oeste de la Casa Blanca” y otros grandes guiones que tienen muy pocas cosas que reclamarles.  Este caballero decidió hace un tiempo intentar dirigir su propia película y así lo hizo con “Molly’s Game” que a pesar de la buena acogida de la crítica el público y los premios no le dieron el interés esperado, sin embargo Sorkin al igual que la mayoría de sus personajes, no se rinde y ha vuelto ahora bajo el manto de Netflix para escribir y dirigir “El Juicio de los Siete”.

Para quien no lo sepa, este juicio fue algo real y según lo que hemos investigado el mismo fue tan caótico y surrealista que lo que estamos viendo en pantalla ha sido muy poco para lo que fue (bueno, menos algunas partes que explicaremos más adelante).

Vamos por parte:  El reparto de esta película es de una calidad extraordinaria y es uno de los ganchos de la película.  Todos están de maravilla pero quienes se llevan lo mejor del pastel son Jeremy Strong con un registro totalmente distinto a lo que ya hemos visto de este actor y que lo logra con una excelencia increíble donde cambia hasta el tono de su voz.  Frank Langella y Mark Rylance son quienes logran las escenas con más tensión sólo con sus diálogos y cómo dejar fuera a Sasha Baron Cohen, el cual logra en base a unas escenas de stand up (y gracias a la edición) algo bastante interesante y divertido.

Visualmente la película no es que vaya a lograr maravillas y dar clases.  Es bastante correcta.  Aquí se nota que ha tomado mucho de Fincher con estas escenas intercaladas donde los diálogos se van uniendo en distintas escenas a golpe de música hasta llegar a uno de los tantos clímax que tiene la película.  Porque el filme en su gran parte de sus dos horas es en una corte, lo cual debe ser sostenido por un guión y señoras y señores, el guión funciona bastante bien.

Nosotros somos amantes de los buenos guiones y es prácticamente donde más nos enfocamos a la hora de escribir una reseña.  Sorkin se caracteriza por escribir diálogos rápidos, afilados y cargados de elementos.  Es algo que se ve mucho en los juicios en donde los abogados, se viven lanzando puyas mientras tratan de convencer al juez, al jurado y de mantenerse cumpliendo las reglas, y aquí nuestro guionista sabe aprovechar cada momento y cada diálogo de forma inteligente.

Agradeciendo mucho el montaje donde las múltiples analepsis están bien empleadas y el guión, la única pega que podemos encontrar y que nos resultó bastante difícil de tragar es la de Sorkin buscando (no sabemos si por obligación de Netflix quien es quienes acostumbran a eso, pero lo dudamos) emplear un mensaje triunfal.  El guión, por ejemplo, toma las perspectiva discordantes dentro de los progresistas pero no las explota.  Nos la mantiene ahí, desde el inicio y sabemos que quiere hacerlo pero no lo hace.  Nos brinda dos o tres escenas con un interesante debate pero luego, casi de inmediato lo arregla con un personaje dándole un giro a la situación y dejando eso en segundo plano.  Por otro lado está el final, que sabemos que tiene su lado de ficción, pero este recurso narrativo es bastante penoso como final, sabiendo que Sorkin ha logrado mejores cosas, a pesar de que sabemos que el final es algo agridulce.

Veredicto

Es un drama judicial muy intenso y que no da respiro, donde hace gala de diálogos totalmente increíbles y llenos de buenos momentos.  Sin duda una de las mejores películas de lo que va el año 2020.

Adam Sandler es de los pocos actores que se pueden dar el lujo de tener cinco películas malas seguidas y aun en la sexta ser alabada por la crítica y el público al punto de pensar que va para los premios de la Academia (Oscars).

Eso se consigue con una conexión con el público que Netflix ha sabido aprovechar logrando un paquete de películas exclusivas que han sido “The Ridiculous 6” (2015), “The Do-Over” (2016), “Sandy Wexler” (2017), “The Week Of…” (2018) y “Murder Mystery” (2019), incluyendo dos películas que a pesar de no ser exclusivas de Netflix si incluyen su distribución inmediata que son “The Meyerowitz Stories” (2017) y “Uncut Gems” (2019) las cuales irónicamente mantienen las mejores actuaciones del actor y que tenían un movimiento para ser considerado a los premios por sus actuaciones.

Sin embargo Netflix no ha querido eliminar esa relación, que le ha generado éxitos de visualizaciones y ahora ha anunciado un nuevo contrato para cuatro películas más que tienen producciones tanto para Netflix como para Happy Madison Productions, la productora de Adam Sandler.

La revista “The Economist” para el 2014 preparo un artículo llamado “El Cuento de Studio Ghibli” en donde explicaban que el estudio japonés “había dejado de hacer filmes”.  Este artículo sale un año después de que la prestigiosa revista dedicada en hablar de dinero había preparado una crítica a la última película (The Wind Rises) del director Hayao Miyazaki, y cuando una revista en la que su fuerte es el hacer dinero se dedica a escribir sobre un director en concreto, es porque no es poca la cosa.

La Edad de Oro del Anime

En 1974 dos jóvenes japoneses, uno llamado Isao Takahata y el otro Hayao Miyazaki, quienes habían creado un anime de solo 52 capítulos de una joven niña huérfana y su dia a dia en plan de aventuras llamada “Heidi”.  Un slice for life tan peculiar como absurdo y que para sorpresa de muchos es considerado, todavía en estos tiempos, como uno de los animes mejor valorados.  Takahata y Miyazaki ya venían de hacer series animes con excelentes repercusiones pero que nunca habían salido del país del Sol Naciente (al menos en ese momento).  Lupin III en el 1971 supuso un punto importante en la carrera de los directores porque marcaba un desarrollo extraordinario a la hora de crear personajes y una afinidad por temas medioambientales y sociales.

Claro, para ese entonces no nos permitimos tener ciertas licencias esnobistas para reparar en los créditos finales y ver quienes trabajaban en aquellos “muñequitos” porque al final son visto como tal.

Eran los años gloriosos de Zuiyo-Nippon Animation, cuando lograron asociarse con varias empresas europeas y estas lograron llevar las animaciones a otros países como los latinoamericanos.  Y esto supuso algo interesante a lo cual nadie se había percatado: Japón se puso a producir animes enfocados en vender en el resto del mundo. “El Gladiador”, “Mazinger” o “Fuerza G” eran algunos de los animes que llegaron después de “Heidi”, aunque muchos de ellos ya estaban en emisión desde antes.

Surge lo que se llama en Latinoamérica “El Festival de los Robots” y en el resto del mundo “Mecha”.

Irónicamente esto fue lo que molestó a Miyazaki quien dijo en una entrevista:
Una serie tiene que estar lista para su emisión en televisión a cualquier precio.  Debemos fabricar un producto como sea posible”.  El virtuosismo, amor por la puesta en escena y planos de hermosos paisajes que eran parte del ingrediente de “Heidi” se veían perdidos y Miyazaki describía una animación creada a contrarreloj para complacer al consumidor masivo.  Pero si Miyazaki estaba irritado por la forma de animación, ¿Dónde dejamos el fondo del argumento con una apología del individualismo salvaje? “El único motivo que impulsa este tipo de producciones es el profesionalismo.  Los personajes persiguen criminales porque son policías, vencen porque quieren ser cantantes o entrenan duro porque quieren ser deportistas.  Ni hablar de los robots gigantes.

De esta forma Miyazaki y Takahata se apartan de la industria.  Trayendo como resultado que Miyazaki concentrará su creatividad en un manga llamado “Nausicaa del Valle del Viento” (1985), el cual tuvo un éxito enorme que el conglomerado empresarial Tokuma Shoten le dio la oportunidad de llevarlo a la gran pantalla y también fue un enorme éxito.  Esto hizo que Miyazaki y Takahata decidieron unirse y tomar las riendas de su propio destino, ya que estaba más que confirmado que había público para sus obras.

El Nacimiento de Studio Ghibli

El nombre Ghibli hace referencia a un avión de combate italiano, el Caproni Ca.309.  Algo que podemos ver en dos de sus películas como “Porco Rosso” y “El Viento se Levanta”.  Pero Ghibli es el nombre que recibe la palabra “SIROCO” en Libia.  Siroco es el viento que viene del mediterráneo desde el Sahara hasta el norte de África.  Se dice por estos lares que es un viento “renovador” y esto es lo que Miyazaki y Takahara querían transmitir.

Por más que los tiempos cambien, creo que los niños aun quieren ser fascinados como yo lo fui al ver “La Serpiente Blanca” de Kazuhiko Okabe en 1958.  Si no es así, renunciare como animador inmediatamente” Dijo Miyazaki.

Al fundar esta empresa el plan era claro, pero no por eso simple:  hacer todo lo contrario de lo que triunfaba en ese momento y que tenía éxito en televisión y cines, productos que Miyazaki detestaba tanto.  “El Castillo en el Cielo” (1986) fue su primer largometraje en Studio Ghibli, lo cual presentó una situación extraña.  Ya los famosos robots (mechas) estaban en declive, por lo que los shonen (animes orientados a los jóvenes japoneses en donde destacan las peleas) estaban tomando auge y animes como “Dragon Ball Z”, “Ranma ½” o “Los Caballeros del Zodiaco” eran el nuevo competidor.

En vista al panorama, tuvo que pasar dos años para que Studio Ghibli intentará dar el golpe en la mesa que necesitaba.  Isao Takahata en 1988 lanza “La Tumba de las Luciérnagas” lo que sería su obra cumbre por excelencia y ese mismo año Hayao Miyazaki estrena “Mi Vecino Totoro”, el cual no es casualidad que la película esté ambientada en un momento en donde la televisión todavía no era algo que tenían todas las casas y que la imaginación era lo más importante para los niños.  Tampoco es casualidad que sus protagonistas sean dos niñas buscando un espacio para los personajes femeninos que se veían relegados con el nuevo movimiento “Shonen”, y tampoco es casualidad todas las referencias budistas en la película, pero ese es otro punto.

La historia de las dos niñas que descubren un mundo mágico en un bosque cerca de su casa y que este mundo está controlado por un divertido gato gigante llamado Totoro, es casi un ensayo constructivo de la filosofía del ser humano y sus posibilidades.  Los niños como fuerza motriz para poder cambiar el mundo con su creatividad. Las protagonistas descubren el amor a la naturaleza cuando se adentran a ella para estar más cerca de su madre, quien está en el hospital (¿van notando las conexiones?).

Pero como hemos dicho más arriba, la idea era simple, pero llevarla a cabo era lo difícil.  Miyazaki no convenció a nadie de financiar una película en donde dos niñas se comunican con el espíritu del bosque en un Japón de posguerra, y más en una época en donde el anime tomaba otro matiz.

El Viaje de Totoro

Mi Vecino Totoro” no fue un fracaso, pero no terminó siendo el éxito que ameritaba.  Studio Ghibli quedo siendo un estudio más de animes y poco a poco iba perdiendo fuerza.  Pero llego 1991 y a Miyazaki se le acercó un tipo que fabricaba peluches.

La versión del “animal de peluche” se convirtió en un gran éxito en las jugueterías japonesas. Cierto fabricante de peluches sintió apasionadamente que Totoro era un personaje que merecía ser hecho peluche, y fue tan persistente en sus ruegos para conseguir el permiso que el estudio finalmente le permitió que siguiera adelante con su idea.  Gracias a eso, pudimos cubrir la producción del resto de películas”.

La película se convirtió rápidamente en un clásico.  Totoro era un éxito en todo el aspecto posible. En Francia la película llegó en 1998 convirtiéndose en un éxito y en EUA (por cuestiones de doblaje, ya que Miyazaki no entendía el porqué los americanos no pueden verla en su idioma original) se estrenó en el 2006 en todas salas (aunque en 1993 varios críticos americanos llegaron a verla en formato VHS con subtítulos en inglés o al menos eso dicen).  En Latinoamérica, solo Chile y México han tenido la oportunidad de estrenarla en cines, dejándonos a los demás como unos verdaderos analfabetos audiovisuales y agradeciendo la conectividad actual que no nos permiten el lujo de seguir siendo.

Studio Ghibli comenzó a acumular prestigio y alcanzó la cima con su mejor película: “El Viaje de Chihiro”, la cual ganó un premio de la Academia (Oscar) como mejor película animada dejando atrás a dos películas de Disney, una de Fox y otra de Dreamworks y de la cual Miyazaki tuvo la osadía de no ir a buscar la estatuilla porque “le parecía deshonesto visitar un país que estaba actualmente bombardeando Irak”.

Su fama es tan grande que John Lassetter lo incluyó entre los juguetes de “Toy Story 3”.  Totoro se convirtió en la salvadora de Studio Ghibli y es tanto su agradecimiento que es la mascota del estudio y es la que cuando apagan las luces y sale este gato en fondo azul en pantalla, es señal de que lo que viene a continuación es de aquel estudio donde varias personas, incluyendo Takahara (Q.E.P.D) y al gran Miyazaki, entienden que tanto niños como adultos tienen aún la oportunidad de convertir el mundo en un lugar mejor con sus actos, y ellos con sus películas.