Hoy en día es una moda revivir clásicos del slasher, porque seamos honestos, es un genero muy divertido. Hoy le toca la oportunidad a “La Masacre de Texas”, la cual es una secuela directa al filme del mismo nombre de 1974 y que ya ha día de hoy es un clásico de culto.
Aquella película era un terror bastante extraño. El director Tobe Hooper se enfocaba mas en darnos una perspectiva desde los ojos del villano. No es que la cámara seguía al villano, sino que le daba su tiempo a que se desarrolle, a que veamos como poco a poco las victimas se desesperaban ante algo que no conocían. Esta versión de Netflix, dirigida por David Blue García, es todo lo contrario.
Aquí buscan justificar la existencia del asesino, algo que, abramos los ojos, en cines (y en el genero del slasher) no es necesario. Pero no es que sea una mala película por esto, sino porque lo que ofrece (el mismo horror y tensión de la anterior), esta mal ejecutado y no tiene nada de lógica.
No hay desarrollo de nada, no hay lógica de nada y mucho menos hay personajes interesantes. En lo técnico pues tampoco es que destaque mucho. La fotografía de Ricardo Diaz, tratando de emular la de Daniel Pearl, con esos fondos desérticos y esa carga de calor en ella, pero poco lo consigue. En cuanto a la música de Colin Stetson, pues pasa también muy desapercibida.
La historia que viene a manos de Fede Alvarez (Evil Dead, Dont Breath) pudo ser interesante, pero la verdad que mientras avanza nos damos cuenta que no lo es y se limita solo a querer ser “una secuela de la anterior” tomando tantos elementos como sea posible de la primera.
La verdad es que es mala y no le hace gloria al personaje ni al género, que otras si han logrado como Scream, Halloween o Chucky. Al final se puede pasar de ella y en cambio, ver la original que bastante buena es.