Ahora con «Shazam: Fury of the Gods», uno recuerda la primera entrega de Shazam, la cual fue un producto fresco y original. Entre tantas películas de superhéroes con mundos conectados, el personaje de DC Comics creado en 1939 (se llamaba Capitán Marvel hasta que en el 2011 le cambiaron el nombre al que conocemos) fue un respiro de aire fresco bastante disfrutable. Esta vez sigue igual pero con fallas más notables que la anterior.
La historia sigue a Billy Batson y sus hermanos, los cuales han adquirido poderes y son héroes, pero recordemos que siguen siendo niños. Cuando un día llegan a la Tierra, las Hijas de Atlas, un vengativo trío de antiguos dioses, buscando la magia que le habían robado hace miles de años, se ven envueltos en una batalla por sus vidas y la de sus seres queridos.
Si te sientas a ver la ficha técnica de «Shazam: Fury of the Gods», te das cuenta que el director de la primera está de vuelta (David F. Sandberg), también está de vuelta uno de los dos guionistas (Henry Gayden), el elenco está de vuelta casi en su totalidad y encima incorporan actores de la talla de Hellen Mirren, Lucy Liu o Rachel Zegler. Todo está preparado para ser igual o mejor que la anterior, pero no es así, ¿por qué? porque el error está todo a la vez en todas partes (el chiste está bueno). Durante aproximadamente hora y media de cinta, de las más de dos horas a las que se va este largometraje, podemos observar una pérdida completa de la magia y el tono que envolvía a la primera entrega. Los gags cómicos no funcionan por ningún lado. Los gags cómicos no funcionan. Pero eso no sería tantísimo problema si, al menos, la película funcionase como un espectáculo de luces y nos diese grandes “Set pieces” de acción que camuflaron las partes más tediosas. Pero, amigos míos, eso tampoco ocurre hasta el final. Durante la primera hora y media de cinta asistimos a un montón de tramas y subtramas que no solo carecen de interés, sino que están mal desarrolladas. Es como si quisieran abarcar de más, ponerse más profundos para que la gente se los tome más en serio, pero no fuesen capaces de hacerlo en condiciones. Con lo cual, acabamos por tener una hora y media de película con un problema enorme de ritmo.
Por otro lado, los actores adultos en su versión Shazam están absolutamente perdidos, no sé si es cosa de ellos o de quién los dirige, pero algo no está funcionando nada bien. No tienen ni la química que tiene el elenco infantil entre ellos -que están a años luz de distancia y son de lo mejor de la película-, ni tampoco el carisma que se espera de este tipo de personajes. Es cierto que repiten de la anterior, pero a excepción de Zachari Levi -que es el más salvable de todos, aunque también está peor que en la primera entrega- el resto no habían tenido prácticamente metraje en la uno y eso, quizá, había ocultado las carencias interpretativas.
Y es que nadie espera ver que “Shazam: Fury of the Gods» tenga una trama super compleja llena de profundidad, porque hablamos de unos niños que al gritar un nombre se convierten en héroes, pero al menos algo de desarrollo no hubiese caído nada mal. No es que tampoco sea la peor película, que no lo es, las cosas como son, pero sí ha sido un bajón a diferencia de la primera, que la había visto unos días antes.
En definitiva, “Shazam: Fury of the Gods” es una película muy desequilibrada en la que sientes que las cosas no van mal, pero falta algo, por la falta de un desarrollo en el guión y un ritmo bastante extraño donde parece que acelerara y se queda frenada, pero que luego acelera sin y frena de golpe.