Indudablemente, El Chavo del 8 ha sido la serie de comedia más exitosa de toda América Latina, tanto por las audiencias que amasó en su momento, como por su impacto cultural. Y es que personajes como Quico, don Ramón, la Chilindrina, doña Florinda o la Bruja del 71 han pasado a ser parte del argot popular, arquetipos que podemos encontrar en cualquier vecindario. Su comedia física, rápida e ingeniosa lo convirtió en un favorito entre niños y adultos.
Y este fenómeno no hubiera sido posible sin la mente maestra tras el proyecto; un hombre de apenas 5.2 pies, flacucho y miope: Roberto Gómez Bolaños, alias Chespirito. Calificado en su apogeo como un genio de la escritura, tuvo que romper brazos para cultivar sus proyectos, con mucha paciencia, y con aun más pasión. La serie Chespirito: Sin Querer Queriendo, nos cuenta su historia.
Con producción de Roberto Gómez Fernández, su hijo, nos adentramos en una trama que ocurre a dos tiempos. El primero, la historia lineal de Roberto desde su infancia con problemas económicos hasta convertirse en Chespirito. El segundo, el fatídico viaje donde se grabó el especial de “Vacaciones en Acapulco” del Chavo del 8, lo que se convirtió en el punto de quiebre de un elenco que venía desgastado por conflictos internos, celos, choques de egos e infidelidades.
Al momento de redacción de esta reseña, la serie va por su cuarto capítulo, exactamente la mitad, pues contará con ocho entregas. Ya ha ganado bastante popularidad en las redes sociales y ha dado qué hablar por exponer y poner en el tapete nuevamente la vida personal y los escándalos detrás de cámaras; específicamente la infidelidad de Chespirito hacia su esposa Graciela Fernández con Florinda Meza, que en la serie se llama Margarita “Maggie” Ruiz por desacuerdos con la persona real. En este punto, ya se ha sentado un tono y desarrollo con el que podemos tener un criterio sobre la misma, y es con lo que procederemos a continuación.
En términos de producción, tenemos un nivel muy alto tanto en el diseño de la misma, fotografía, y lo que personalmente considero el punto más fuerte de todo: el elenco. Y es que comenzando por su protagonista, el parecido tanto físico como las voces y gestos de los actores con sus homólogos representados es asombroso, y demuestra un cuidado e investigación encomiables de parte del equipo de casting. Asimismo, una edición con transiciones limpias y recursos visuales para transportarnos a través del México del siglo pasado, manteniendo a la audiencia enterada y alerta sobre la línea de tiempo abarcada en el momento.
No obstante, el mayor reto de Chespirito: Sin Querer Queriendo es vencer el estilo melodramático con el que pretende explicar las fuentes de inspiración de su protagonista; que aunque cinematográficamente necesarias hasta un punto, llegan al punto de cansar y parecer cursi. A esto le encontramos una explicación luego de ver que su productor y director, Roberto Bolaños Fernández, viene de una carrera en la que se ha dedicado a las telenovelas, y obviamente saltar de ese estilo a uno autobiográfico siempre quedará con algunos detalles.
Sin embargo, se nota la intención de contar una historia clara, fiel a una visión específica y, sobre todo, con sus héroes y villanos bien definidos. Si bien resulta obvio que este programa puede resultar una venganza en la que vemos pocos matices en personajes, es también cierto que, al final del día, es el propio Chespirito que cuenta su versión en las memorias que lo inspiran. Y, diez años después de su fallecimiento, quienes tienen la última palabra son sus hijos.
Faltará cómo terminarán de atar y desatar los conflictos en la segunda mitad de la serie; pero mientras, estamos ante una producción bien cuidada, propia de HBO Max, Max o como se llame en el momento, una intención clara y, sobre todo, una historia inspiradora sobre un personaje que, más de cuatro décadas después, sigue arrancándole carcajadas a nuevas generaciones.