Jesse Eisenberg es conocido por su amplio trabajo actoral, en el que destacan sus actuaciones para The Social Network, Batman v. Superman: Dawn of Justice y Río. En su segundo trabajo como director, también escribe y protagoniza junto a Kieran Culkin (Succession) A Real Pain, su primer largometraje en lograr distribución comercial y aclamación de la crítica.
A Real Pain nos introduce a la historia de dos primos: Benji (Culkin) y David (Eisenberg). Ambos, de origen judío, son completos opuestos: Benji es un espíritu libre, siempre parece estar relajado, es un imán de personas y no tiene interés en lograr estatus profesional o económico. Paul, por otro lado, es una persona ansiosa, con una carrera y una joven familia. Es descrito por su primo como alguien que parece siempre estar en un apuro. A pesar de todo esto y de apenas verse, los une el amor por su abuela, Dory, quien antes de fallecer les deja dinero para que juntos hagan un tour sobre el Holocausto judío en Polonia, su país de origen.
Hasta ese momento, parece que estamos ante una historia tipo «road trip», en la que obviamente las tensiones y las personalidades de ambos protagonistas chocarán. Pero, A Real Pain logra darle un giro a la fórmula que, aunque no la reinventa, la refresca al presentarla en un escenario tan particular y emocional cómo lo es un tour por campos de concentración y otros lugares históricos donde se llevó a cabo el Holocausto. Y aunque Culkin y Eisenberg demuestran tener una excelente química, eso no se logra solo, ya que el elenco de apoyo, compuesto por Will Sharpe, Jennifer Grey (Dirty Dancing), Kurt Egyiawan, Liza Sadovy y Daniel Oreskes, enriquecen la historia. Cada interacción entre estos y los protagonistas nos adentra más en la psiquis y trasfondo de ambos.
La fotografía, de la mano del polaco Michał Dymek, facilita acercarnos a la historia y sus personajes en momentos de vulnerabilidad, y le saca partido a la riqueza y color de los escenarios de Polonia. Este país no solo está presente en la historia y la fotografía: los nocturnos de piano de Chopin, quizá su músico más famoso (el aeropuerto lleva su nombre), transmiten la melancolía y el dinamismo de la historia a través de un instrumento que une a los protagonistas.
El título de A Real Pain no se trata de lo molesto que puede ser Benji para David o viceversa, sino que cuestiona la trascendencia del dolor humano en el día a día. Esa pregunta filosófica es planteada de manera emocional y sin dejar de ser cómica, un atributo que ha caracterizado las actuaciones de Kieran Culkin en sus últimos personajes, mostrando un dominio actoral que le hace robarse casi todas las escenas. Podemos concluir con que estamos ante una película mucho más profunda de lo que parece, real, de su tiempo sin dejar de plantear situaciones universales, y con actuaciones muy destacables. Jesse Eisenberg se consolida como un director que conoce su oficio, capaz de contar historias personales con altura, gusto, e ideas frescas.