Las fallas del Y2K no habían salido como se esperaban, fallece Charles Schulz creador del cómic de Snoopy y la banda A Perfect Circle saca su álbum debut. Es el año 2000, y mientras FOX estaba haciendo su publicidad para el estreno de X-Men dirigida por Bryan Singer, y Christopher Nolan estarían sorprendiendo a la crítica con “Memento”, en Sony, un ejecutivo de marketing estaba enviando las reseñas que acompañarán la publicidad de la película “A Knights Tale”. Y todo, al menos hasta aquí estaría bien, si no fuera porque uno de los críticos enviados sería un tal David Manning que en realidad nunca existió.

El tal David Manning escribía para el diario The Ridgerfield Press, pero el reportero John Horn de Newsweek descubrió (por error o adrede) que ese medio nunca había escuchado de esa persona, iniciando una investigación que salió en Junio del 2001, y que posteriormente abrió el debate sobre la ética de las empresas para vender sus películas.

Porque al final del día es un negocio y los estudios saben que la crítica es una palanca bastante fuerte a la hora de asegurar que una película venda (aunque hay casos y hay CASOS).  Y eso ellos lo vivieron, cuando Pauline Kael podía hundir con sus críticas, y hacer que directores temblarán con solo saber que ella había visto sus películas.  Pero, ¿Quién era Pauline Kael?


¿QUIEN ES PAULINE KAEL?

“Para mi, Pauline Kael ha sido tan influyente como cualquier director de cine”, dice Quentin Tarantino en su libro “Meditaciones de Cine”, y es importante leer esto de parte de Tarantino, porque a diferencia de otros directores, este se inicia, básicamente en la crítica antes que en la dirección.  Actualmente Tarantino ha declarado que el guión que ha escrito y quiere filmar para su décima y última película, se ambienta en Los Ángeles de los años 70 y su protagonista es una mujer que es crítica de cine, dejando claro que esta podría ser la primera transgresión de una historia real:  La carrera de Pauline Kael.

Kael se desarrolló en New York a pesar de ser californiana.  Graduada de Filosofía y Literatura en la universidad de Berkeley, en la década de los 40 frecuentaba círculos poéticos, donde además escribió obras teatrales y coqueteaba con el cine experimental.  Sin embargo es a partir de 1948 cuando nace su hija Gina y debe hacer un cambio a la vida bohemia y buscar dedicarse a la escritura de forma profesional.  Aunque después de varios intentos pasaría a desistir de esa idea, y no es un día mientras estaba con unos amigos destruyendo “Limelights” (1952) de Charles Chaplin, es que llega la luz.  Peter D. Martin queda impresionado por su verborrea, mientras que Kael destruía a Chaplin con un ingenio propio de quien tenía años en la industria de la crítica.

La californiana odiaba a Chaplin y consideraba que sus películas eran “papillas sentimentales”, término que se utiliza para aquellos filmes sin sustancias que buscan el lado emotivo del espectador a base de ñoñerias.  Inclusive con Star Wars, dijo algo que de haberlo dicho a día de hoy, se hubiese visto frente a una ola de fanáticos molestos: “La película es agradable en sus propios términos, pero también es agotadora: como llevar una manada de niños al circo.  No hay respiro en la imagen, no hay lirismo; el único intento de belleza está en la imagen de una doble puesta del sol.  El volumen, la edición aplastante y el ritmo implacable sacan todas las ideas de tu cabeza, e incluso si te has entretenido, puedes sentirte engañado” escribía.

Para este momento, ya Kael tenía un nombre y una reputación.  Se había convertido en leyenda, pero esto no llegó solo.  De hecho, lo que hizo que esto sucediera fue “Bonnie & Clyde” unos años atrás (1967 para ser exactos).  El filme de Arthur Penn se vio con una ola de críticas negativas que amenazaban enterrar la película al olvido, pero entre las críticas positivas estaban la de Kael, y aquí la cadena de sucesos: el periodico donde publicaba era The New Republic, quien no le pareció correcto publicar la reseña ya que la mayoría de críticos decían que la película era muy violenta.  Pauline que decía “que la experiencia de ver Bonnie & Clyde, estaba conectada con la forma en que veíamos películas de niños”, no se mostró con intenciones de cambiar su posición y el periodico no tuvo más remedio que desestimar la crítica.  Pero el periodico New Yorker recupero la critica e invito a Kael a publicar alli, logrando que no solo mas lectores lleguen a ella sino que esta seria la 2da casa de Pauline Kael hasta su jubilación.


PAULINE VS LOS DIRECTORES

La presencia de Pauline Kael era arrolladora.  A finales de los 60 su nombre no era sinónimo de simple crítica de cine, sino de una prescriptora cultural con el poder suficiente para hundir o estimular la taquilla de una película.

Con esto se entiende el porqué su impacto en Tarantino y cómo encuadra este personaje en su “The Movie Critic”, ya que ella fue fundamental para el desarrollo del nuevo Hollywood.

Las valoraciones de Kael se pusieron del lado de cineastas como Brian de Palma, Martin Scorsese o Robert Altman, ayudando considerablemente que sus carreras progresaran y que el público se interesara en ellas.  Sin embargo Woody Allen, Ron Howard o Clint Eastwood no eran de su total agrado con sus películas (no confundir con la persona), logrando que estos mostraran también su desprecio.

Howard hizo referencia de ella llamando al villano principal de “Willow”, General Kael, mientras que Clint Eastwood, a quien Kael no le perdonaba una sola pelicula demoliendolas todas sistematicamente, hizo que una escena donde su alter ego, Harry El Sucio, llegaba a un caso donde un asesino que finge que va a violar a una chica llamada Molly Fisher, que se trataba de una critica de cine de mediana edad, con el pelo oscuro y la nariz grande, y este asegura ser director de cine.  Las referencias a Pauline Kael eran bastante obvias, pero más allá de tomar y vengarse, ella lo vio como un cumplido, entre risas.

Al estrenarse “El Último Tango en París”, fue de las pocas que en sus inicios la alabo, mientras que con “La Naranja Mecánica” cuestionó fuertemente la banalización de la violencia que está practicaba.  Para ese entonces, la crítica estrella, tenía un grupo de acólitos conocidos como “paulettes”, logrando conseguir seguidores como Armond White, o llegar a apadrinar a Paul Schrader antes de escribir “Taxi Driver”, al igual que estuvo como asesora en Paramount.

Su estilo se caracterizaba por el humor y el ingenio kamikaze, así como por un estilo que no dejaban de ser irónicos al estar a favor de lo que era el Nuevo Hollywood, la cual estaba caracterizada por una libertad creativa de directores jóvenes en oposición a las majors (estudios cinematográficos que desde la época controlaban Hollywood).  Porque Kael tuvo una gran repercusora de la teoría de autor: consideraba que el cine era un ejercicio colaborativo y que para valorar un filme no era necesario tener en mente la trayectoria previa de su director.

Se jubila en el 91, después de que a finales de los 80 se le diagnosticara Parkinson.  Muere diez años después de su jubilación, y en el 2018 tras cumplirse un siglo de su nacimiento, Rob Garver estrena un documental llamado “Pauline Kael: El Arte de la Crítica” donde se pueden apreciar las declaraciones de Tarantino explicando el gran impacto que tuvo ella hacía con él.


UN LEGADO EN LA CRITICA CINEMATOGRAFICA

Tarantino se formó como cinéfilo en los 70 y sostiene que aquella fue la mejor época de Hollywood: así lo desarrolla en las páginas de “Meditaciones de Cine”, y es por eso que es inseparable ante la figura de Kael como referente a esas grandes películas y a su visión de las mismas.  Tomar a Pauline como punto de referencia para su última película, es muy apropiado y es una carta de amor hacia el cine.

Sin embargo, solo es sentarse a leer su libro “Meditaciones de Cine” para darse cuenta de la influencia tan grande que tiene Kael en él.  Tarantino lanza numerosas frases lapidarias, se preocupa por el zeitgeist donde nace incrustado cada film.  Realiza lecturas inesperadas de sus argumentos.  Hace todo lo que hacía Kael, pero en una versión Tarantino.  La conexión clave de Tarantino y Kael es, sin embargo, de carácter ideológico.  Políticamente difieren, ya que Kael odiaba a “Harry el Sucio” mientras que Tarantino lo ama, o “Star Wars: A New Hope” la cual es alabada por Tarantino mientras que Kael la considera exageradamente pomposa, pero en lo que no difieren es en ser agitadores culturales.

La prosa desprejuiciada de Kael, de juzgar fuertemente el aporte de “Ciudadano Kaen” como Tarantino con el uso desmedido de su violencia y su defensa, mientras los dos se burlan del pensamiento contrario al de ellos.  ¿Qué caracteriza a Tarantino como cinéfilo? Que no distingue etiquetas ni margina géneros.  El director asume que el cine debe pasar de la cinefilia a la charla, la diversión y el intercambio.  Tarantino disfruta el cine en todo su esplendor y es por eso que dentro de un spaghetti western podemos ver pinceladas del nouvelle vague, o de un kung fu action no le pesa en incluir comedia negra, o hasta un pulp con aires de serie b, mezclarla con horror.

Para terminar, un extracto escrito de Pauline Kael en su ensayo “Trash, Art and the Movies”: La basura no pertenece a la tradición académica y eso es parte de lo divertido de la basura: que sabes que no tienes que tomartela en serio, que nunca pretende ser más que frívola, trivial y entretenida.

No solo somos gente culta y de buen gusto, también somos gente común con sentimientos comunes.  Y no todos nuestros sentimientos son malos.  Puedes esperar una vitalidad en esa basura que seguro no obtendrías en una respetada “película de arte y ensayo”  Un texto donde aboga por el disfrute intenso y sin complejos de todo aquello que podría ofrecernos el cine, en cualquier género.