Nominada a 3 premios Oscars, la película de Jay Roach, director especializado en comedias, no logra ser lo suficientemente ácida, mordaz y fuerte que uno esperaba que fuese por un guión que se siente totalmente forzado. La dirección buscando parecer un falso documental abruma y lo demás del apartado técnico no destaca lo suficiente para ser meritoria de elogios.
Comenzando con Margot Robbie quien hace un buen papel pero que para ser honestos se le nota más esfuerzo cuando hace de Harley Quinn. Nicole Kidman no está nada mal pero tampoco se le saca provecho, siendo Charlize Theron quien sepa aprovechar mejor la situación (el guión le ayuda a ello) y destacar más que sus compañeras de reparto (en donde se desperdicia a una Kate McKinnon que tenía potencial para ser más que la sidekick de Robbie y una Allison Janey que ni les cuento).
Pero lo destacable es el maquillaje. Y es que el equipo liderado por la japonesa Kazuhiro Tsuji brilla por la perfección. Tsuji quien viene trabajando desde inicio de los 90’s logra que todos los involucrados sean lo más exactos a sus contrapartes reales. Charlize Theron es Megyn Kelly y Nicole Kidman es Gretchen Carlson por mencionar dos casos.
Sin embargo el fallo grave, como mencionamos arriba está en su guión (y en parte de su dirección) quien limita todo un movimiento de valentía para denunciar este caso en una simple demanda por dinero (aunque la película se enfoque en decirnos que así fue al final de esta, nos hace creer desde el inicio que no es así) y deja en el aire otros puntos que hubiese sido más interesantes para tomar en cuenta (cómo afectó la presión social en este caso, como las víctimas sufren al ver que sus compañeros la victimizan discriminadamente, como la ambición de muchos es capaz de traicionar y hacerse de la vista gorda, entre otras).