La película tiene 30 minutos que ha iniciado y la fotografía de Edward Lanchman emula un esquema de colores combinados donde el azul y el gris destacan por encima de todo. Como si el director quisiera decirnos que esta será una historia agridulce, y así mismo es. Solo una escena tiene la película donde se puede ver el sol. Solo una escena donde los protagonistas demuestran alegría. Pero esto no es una película trágica, para el director es una historia trágica y quiere que también para nosotros.
Todd Haynes es el director, un viejo conocido que ganó fuerzas en un pequeño grupo gracias a “Velvet Goldmine” y luego en el público general con la nominada al Premio de la Academia (Oscar) “Carol” con Cate Blanchett y Rooney Mara. Aquí, el director busca de Mark Ruffalo para hacer del abogado incansable Robert Bilott, quien descubre un oscuro secreto de una de las corporaciones más grande de Estados Unidos y arriesga todo para sacar la verdad a la luz. Y debemos admitir que Ruffalo consigue una actuación muy sólida y formidable, porque al actor le va bien y se nota que se siente cómodo con estos personajes en donde tienen mayor peso el drama y los cambios gestores del cuerpo. Lo mismo sucede con Tim Robbins, Bill Camp y hasta Bill Pullman, este último logrando una excelente conexión con el público cuando solo tiene 15 minutos que sale en pantalla. Una lastima que esto no se pueda decir de Anne Hathaway quien se le entrega dos escenas para su lucimiento, pero están tan mal dirigida que se sienten forzadas y fuera de tono, pero ojo, no está mal hecha.
La película inicia con el subtítulo “basado en hechos reales” para garantizar en la mente del espectador, de que todo lo que estamos viendo ha sucedido realmente, algo que le juega muy en contra, ya que el director entiende que por esta razón TODO lo que nos muestra en pantalla es relevante, algo que no es cierto. ¿De qué nos sirve la escena donde la empresa escucha todas las pruebas recolectadas (una vez más) por Ruffalo y se van sin mediar palabras? (no es SPOILER porque sale en el tráiler). Escenas donde podía cortarse y poner una descripción de lo sucedido o simplemente pasarlo por alto.
Un filme correcto, pero sin mucha imaginación en la puesta en escena, la cual, con unas buenas actuaciones, la excelente música del pianista brasileño Marcelo Zarvos, buena fotografía y un guión bien sólido de denuncia sociopolítico-judicial, se sostiene, pero sin el ritmo suficiente para entretenernos totalmente y con muchas escenas que sobran.