Cuando Elizabeth Banks anunció que estaba dirigiendo “Cocaine Bear”, una película donde un avión de unos narcotraficantes tiran unos kilos de cocaína y este cae en un bosque donde un oso de 500 libras lo consume y se vuelve loco iniciando una matanza de turistas, las alarmas se dispararon, y más porque resulta que está basado en una historia real.
Lo interesante del filme es todo lo que se ha construido a partir de una obra, que per se, no parece más que una producción cualquiera de serie B (que en momentos, Banks lo reconoce y juega con ello), que en otras circunstancias y de haber salido en streaming (y sin el humor del internet), habría pasado sin pena ni gloria. La pregunta es clara: ¿vale la pena ver el meme hecho película? Sorprendemente si, porque no es tan mala como podría parecer en un primer intento y más con esa sinopsis. Eso sí, que el chiste no justifica más de una hora y media de metraje, y lo peor de todo, que mientras avanza el filme, Banks se va calmando a unos niveles que hacen mirar varias veces el reloj esperando que acabe.
Como si de un slasher se tratase (este oso se carga a más personas que Jason en sus mejores días), el filme inicia con una secuencia donde el oso acaba con dos campistas despistados y ya con esos primeros minutos podemos ver cuál será el tono de la película, para bien y para mal. Osea, vemos lo que esperábamos, que es un oso drogadicto matando personas a diestra y siniestra, pero a la escena le falta mas garra, y para poner un ejemplo, están los primeros minutos de Scream 6 o la divertidísima escena inicial de Halloween Kills, donde Myers se lleva por delante a varios bomberos de la forma mas salvaje posible. Y ahí es que trato de llegar, que a la película le falta un gancho. Algo que sorprenda al espectador más allá de ver un pie arrancado, o un oso devorando una cara.
La fotografía, que imagino fue adrede por John Guleserian (porque en Candyman consigue una calidad impecable) es demasiado a serie Z, algo que en realidad le resta a lo creativo. Porque es como si se forzara en querer verse de bajo presupuesto pero siendo un producto hecho por manos que podían dar un gran presupuesto. En cuanto a los personajes están escritos de una forma tan cretina y descarada, que es difícil conectar con alguno, a pesar de que nadie actúa mal.
Y no es que espero seriedad en un producto como tal, pero si la premisa me invitaba a ver un viaje de locura de un oso cocainómano, pues lo mínimo que esperaba era ver un viaje de locura de un oso cocainómano lo mas salvaje posible y no de forma tímida.
Eso sí, que mantiene un humor altamente negro y punzante. Su puesta en escena no es que sea la más brillante pero sí cumple lo suficiente para que no se convierta en un verdadero tedio. Sinceramente «Cocaine Bear», logra ser un slasher animal donde cada muerte que se adjudica el oso termina siendo una pasada absoluta de sangre y gore.
«Cocaine Bear» pudo ser mucho mejor de lo que es y podría llenar expectativas como se vendía, pero por razones desconocidas nos entregaron esto y, bueno, no ha quedado más nada que ver este producto final. Elizabeth Banks demuestra que es una directora versátil.