En 1970 el director David Cronenberg presentó el mediometraje “Crimes of the Future”. Con esto el director mostraba que el cine convencional no era lo suyo y esto funciona como un cine experimental. No es que estemos ante la joya del cine, sino más bien un producto que sirve como tesis para entender al director y su estilo.
Años más tarde (y con mejor presupuesto) el director ha vuelto a traer su mediometraje, esta vez como largometraje. “Crimes of the Future” narra a Saul Tenser y Caprice (interpretados por un Virgo Mortensen adecuado y una Léa Seydoux que por momentos se siente perdida), quienes son una especie de artistas, los cuales se modifican órganos de sus cuerpos con el objetivo de hacer una especie de arte. Todo esto es en un futuro lejano, y aquí es donde entra Timlin (Kristen Stewart) quien estará investigando estas prácticas hasta que un extraño grupo aparece profetizando la nueva etapa de la evolución humana.
El delirio argumental, con cierta estructura narrativa que puede recordar al cine negro en algunos pasajes, es la gran excusa de Cronenberg para hablar de forma metafórica de la sociedad actual (como siempre ha hecho). Del impacto de los desastres ecológicos en el planeta, del imparable avance tecnológico y sus posibles consecuencias en la mente humana, de la pérdida de valores éticos y morales de la sociedad, del vacío existencial de nuestras vidas y de la banalidad y estulticia en la que algunos convierten el arte. Una amalgama de ideas que se yuxtaponen y entrelazan en diferentes capas cual nervios, órganos, sangre y pus. Un filme que obviamente no es para todo el mundo y mucho menos para los que tienen el estómago sensible.
El director busca a Howard Shore para la musica, logrando que este consiga algo mas parecido a la musica utilizada en el cine negro pero con tonos mas oscuros, y en la fotografia a Douglas Koch, dando un estilo bastante oscuro y tenebroso, algo que a veces no me concuerda con el futuro distopico que el director quiere mostrar.
En definitiva, “Crimes of the Future” no es una mala película, si eres fan del director. Incluso, me atrevo a decir que es la más cercana a su estilo, el cual ha puesto un poco a un lado en los últimos años. Sin embargo tampoco es que sea una película redonda y quien no sea fan del director, fácilmente terminará el filme (si acaso lo logra) con un mal sabor de boca.