Bong Joon-ho no es un director que se anda con sutilezas, sobre todo a la hora de hacer críticas al sistema capitalista. No en vano Parasite, su obra más conocida, hizo historia hace cinco años al convertirse en la única película de habla no inglesa en conseguir el Oscar a la Mejor Película. Parasite combina un humor muy negro con comentarios sociales que cualquier persona en la audiencia puede entender, algo especialmente evidente en su filmografía en inglés; estas dos características, junto a sus finales generalmente ambiguos, han consolidado su estilo como cineasta.

Con Mickey 17, Joon-ho toma estos elementos y los eleva a un nivel catastrófico y cuasi disparatado. Sabiendo muy bien que tiene licencia creativa para su primera película post-Oscar, el director nos adentra a la historia de Mickey Barnes, un ingenuo Robert Pattinson (The Batman) haciendo la voz más graciosa de su carrera. Es el año 2054, y la Tierra es una distopía ultracapitalista siendo destruida por el calentamiento global. Huyendo de sus deudas, se apunta junto a su mucho más astuto amigo Timo (Steven Yeun) a una misión de colonización a otro planeta, liderada por el ex congresista Kenneth Marshall, un Mark Ruffalo (Poor Things) haciendo una más que clara referencia a Donald Trump tras perder las elecciones del 2020 (Mickey 17 fue filmada en 2022).

Mickey 17

Con el fin de adelantarse lo más rápido posible en el proceso y sin poseer ningún tipo de habilidad especial que lo haría candidato a la misión, Mickey decide convertirse en “expendable”, sin saber muy bien a lo que se está apuntando. De esa manera logra irse, pero el costo es, literalmente, morir. Una y otra vez, siendo “resucitado” a través de máquinas que imprimen su cuerpo y mantienen la información de su cerebro actualizada en un disco duro. Así, Mickey pasa por todo tipo de muertes durante todos los años que dura la misión: desde exponerse a niveles de radiación altísimos mientras repara la nave, hasta morir una, y otra, y otra vez mientras desarrollan vacunas para adaptarse al nuevo planeta. Para los científicos, Mickey es como su homólogo, un ratón, al que pueden matar todas las veces necesarias; y para el resto de la tripulación, está en el nivel social más inferior.

Pero aún rumbo a un nuevo planeta, los impulsos humanos se mantienen. Bajo el liderazgo de Marshall y su esposa Ylfa (Toni Collette), se crea un sistema de austeridad para todos con el fin de ahorrar recursos como la comida, excepto para quienes están en el poder, algo que suena bastante familiar; que abusan del mismo y continúan desarrollándose como personalidades televisivas y religiosas, en (otra obvia) referencia, esta vez, al evangelicalismo de Corea del Sur.

Una mañana, todo el equipo, como de costumbre, deja “morir” a Mickey, que está en su versión #17. Como “expendable”, nadie se preocupa por rescatarlo. Excepto que nuestro protagonista logra sobrevivir gracias a la ayuda inesperada de las criaturas del planeta, y llega a la nave solo para descubrir que ya su nueva versión ha sido impresa: Mickey 18. Por varias razones éticas y legales, ser “múltiples” constituye un problema que puede llevar a la ejecución de ambos. Y, al contrario de su predecesor, Mickey 18 no está dispuesto a aceptar el irrespeto sistemático al que ha sido sometido, y no duda en usar la violencia para lograr sus fines.

A lo largo de dos horas y 19 minutos, se desenvuelve ante nosotros una película “in your face” a niveles quizá nunca antes vistos desde Don’t Look Up, en los que se parodia de manera clara el culto alrededor del actual presidente de Estados Unidos, el capitalismo y la ambición humana, el abuso del poder, el narcotráfico y la religión como instrumento de manipulación de masas. Algunos de estos comentarios son más eficaces que otros, otros, al igual que el desarrollo de ciertos personajes, no terminan de cerrar del todo. Pero para el espectador promedio que no espera profundidad sino entretenimiento, es más que suficiente. Y como producto de entretenimiento, estamos ante una historia MUY divertida que combina criaturas extraterrestres con un humor negro y absurdo.

La interpretación de Robert Pattinson es definitivamente uno de los elementos más destacables. Con la integración de Mickey 18, éste nos entrega dos actuaciones diametralmente opuestas, que se complementan y ofrecen momentos muy memorables. Mark Ruffalo y Toni Collette no tienen mucho que hacer con un guion que les pide la versión más caricaturizada posible de sus inspiraciones, y Naomi Ackie (Blink Twice) cumple al dar un personaje redondo, noble y con complejidad. En general, el ensamblaje de los personajes es correcto, y en los momentos “clímax”, aunque pueden percibirse intencionalmente desastrosos, la dirección correcta y el nivel inteligente de absurdismo hacen que, como un conjunto, funcionen.

El guion tiende a abarcar mucho, intentando comentar en la mayor cantidad de temas posibles, lo cual se traduce en partes de la historia que quedan a mitad, otros con cierres apresurados, o sin ellos en absoluto; una elección deliberada que no será precisamente del agrado de todos. La puesta en escena y el worldbuilding alrededor del planeta Niflheim es adecuado para el género, contando con efectos visuales convincentes y sin abusar de los mismos.

Al final del día, estamos ante una película que, aparte de sus repetidos comentarios, no se toma para nada en serio, te hará reír y te mantendrá con los ojos pegados a la pantalla. No se necesita mucho más: al final del día, vas a disfrutar de Mickey 17 un montón, y de eso se trata el cine.

Veredicto

Mickey 17 logra entregar un comentario social envuelto en mucho humor negro, y conjugar esto con el género de Ciencia Ficción no es tarea fácil. Con elementos más fuertes que otros, el factor entretenimiento, definitivamente, es el mayor.

8 / 10

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