Una de las cosas más interesantes del 2015 fue el anime “One Punch Man” creado por, valga la redundancia, One.  La serie que trata sobre un héroe que vence a todos sus villanos con un solo golpe (asi como lo están leyendo) es, en primera instancia, una divertida comedia de acción, pero si se analiza bien es un estudio de personaje bastante interesante donde se deconstruye lo que se conoce como un “héroe”.

Su primera temporada fue magistral en cuanto a guión y audiovisual (una animación impecable), donde destacaban los golpes de efectos claros y contundentes, donde la acción se veía clara y precisa.  En esta segunda temporada el guión decae y lamentablemente la animación también.

Donde teníamos humor sarcástico, ahora tenemos humor burdo.  Donde había un planteamiento sobre el héroe en cuestión y los villanos, ahora hay unos personajes que buscan ser fuertes porque si.  Donde teníamos una animación bien lograda, ahora tenemos texturas metálicas y acartonadas que parecen no tener muchos movimientos (tienen una escena que recuerda mucho al caso de Hideaki Anno con “Neon Genesis Evangelion” y su falta de presupuesto).

En la nueva entrega las animaciones se vuelven más básicas, logran ser más o menos solventes la mayor parte del tiempo pero pierden impacto y el sonido no está tan bien conseguido tampoco. Tenemos un diseño de personajes aceptable, destacando lo que se recicla de la primera entrega sobre los nuevos diseños.

En conclusión, de una entrega a la presente se ha percibido una gran pérdida cualitativa, en que aunque aún se conservan muchas de sus virtudes lo que tenemos como resultado es un producto bastante menos atractivo porque falta gran parte del mimo y el trabajo que se le puso a la original. Una pena, pues One Punch Man tiene potencial para mucho más.