“Spencer” es una especie de biopic (película biográfica) de Lady Di, que se basa en un fin de semana a principios de los años 90´s, cuando la princesa Diana (Diana Frances Spencer) decide que su matrimonio con el príncipe Carlos no estaba funcionando y pedir el divorcio.  Tres días en sus últimas vacaciones navideñas en la Casa de Windsor.

El director Pablo Larrain ya habia creado un biopic similar hace unos años con “Jackie”, que narraba los momentos posteriores a la muerte de JFK desde el punto de vista de Jacqueline Kennedy, de una forma maravillosamente profunda y obsesionada en trasladar la fidelidad a la gran pantalla con escenas bien estudiadas al milímetro con tal de conseguir ese sentimiento de confusión, tristeza y desasosiego que había en el momento.  Sin embargo, para ese filme la belleza visual que el filme queria transmitir no era el adecuado porque, seamos honestos, el inicio conlleva el asesinato del esposo de la protagonista.

Creo que con «Spencer» Larraín enmienda parte de ese error y nos traslada a la vida de uno de los iconos más relevantes de la segunda mitad del siglo XX. Aquí no hay tanto fotograma real que recrear, pues todo se hace a puerta cerrada en la familia real británica, así que la obsesión no yace allí. Lo que verdaderamente mueve la película es la más que aparente pasión que su director muestra para con la protagonista y el tema que caracteriza la película. Hay una urgencia por mostrar estos tres días de Navidad que Diana pasa en una de las tantas casas de esta familia y por acercarse a una verdad que comenzó siendo un secreto a voces, pero que productos como este o «The Crown» han explotado de forma clara para, de nuevo, colocar a la familia real en el centro del huracán en cuanto a todo lo que sucedió con Lady Di.

Comentario de rigor: visualmente es un caramelo. El amor por la historia se traslada a lo técnico y Larraín nos encuadra a este trágico personaje de una forma excelente para mostrarnos la angustia, ansiedad y paranoia que uno puede llegar a sentir en un contexto similar. Lo irónico del asunto yace en el hecho de que esos palacios exuberantes, con más habitaciones que agujeros tiene un queso gruyere, es uno de los lugares más claustrofóbicos que plantea la película. De esta manera, a nivel atmosférico «Spencer» aparece como una verdadera clase magistral de tono y fotografía.

El vestuario es maravilloso y Greenwood pone una banda sonora que es capaz de anticiparnos la tragedia, incluso si la película no la muestra. La historia de Diana es tan conocida por todo el mundo que los creadores pueden permitirse jugar con estos supuestos tan arraigados en el imaginario popular. Sabemos quién es Diana y cómo termina, y agradecemos que el guión no se enfoca nada más que los tres días mencionados.

¿Y la actuación de Kristen Stewart? Esperábamos este párrafo para hablar de ello.  Stewart se desmarca con éxito de sus típicos papeles y ofrece un gran trabajo que seguramente se verá aclamado por el reconocimiento en premios y demás eventos. He visto muy bien a Stewart explicitando esa actitud contraída, perturbada y trastornada de una Diana atrapada entre dos aguas: las del rigor y la apariencia, y las de sus deseos más profundos como ser humano y libre.

Pero asi como todo lo bueno, hay cosas malas, y una de ellas, a pesar de haber dicho anteriormente que el guión es de agradecer que solo se enfoca en aquello, también es un problema que quiera forzar un poco la situación, con escenas un tanto absurda que pueden sacar con facilidad al espectador (como la de Diana jugando a los “soldaditos” con sus hijos), porque peca de sobreexplotar al personaje y la situación.  Y ni hablar del paralelismo con Ana Bolena, que en sus inicios es interesante, pero luego es totalmente absurdo dejando claro que las simbologías que utiliza Larrain para este filme son un tanto vacías e infantiles.

Al final el director consigue mostrar el acoso y el desesperamiento que sufre el personaje de Diana de una manera muy interesante y mucho mejor de lo esperado.