Pasaron 3 años después de que Stranger Things estrenará su tercera temporada (que podría funcionar sin ningún problema como final de la serie) y que ahora dividen en dos partes como han hecho con Ozark.

Los Hermanos Duffer no han querido seguir extendiendo la trama, y deciden optar por cerrar el círculo explicando con más detalles elementos que quedaban en el aire, como por ejemplo, ¿donde estaban los demás niños dentro del laboratorio? ¿Por qué Once es tan importante? y otras que surjan.

Esta vez la maduración se hace presente en Hawkins. Gran trabajo es el que realizan sus creadores en esta nueva temporada, en donde, nos brindan un punto de madurez a nuestros protagonistas. Cada niño tiene un punto nuevo para brindarnos y así cada integrante que participa de la serie. Los arcos de aprendizaje que van obteniendo sus personajes y que se van adecuando también al paso del tiempo de sus protagonistas. Cada arco está pensado para que se una a la trama principal y así ir redondeando cada trama de forma efectiva, a pesar de que algunos arcos sean más simples que otros.

Técnicamente la serie sabe aprovechar sus recursos, algunos mejores que otros, pero es una serie que te impacta visualmente y sonoramente. Los Duffer también tienen su punto de maduración y brindan una dirección auténticamente renovada también para darle un toque actual a una serie que jamás ha perdido las referencias a la década en que transcurre. Es quizás el paso del tiempo y el crecimiento físico de su reparto el que le pone desafío a sus directores, sin embargo, siempre saben sacarlo adelante.  Todos en sus personajes están correctos, pero la gran sorpresa se la lleva Joseph Quinn quien interpreta a Eddie Munson, el encargado de dirigir el club oficial de Dragones y Mazmorras llamado The Hellfire Club, y quien es el personaje más divertido de esta temporada.

Se nota el presupuesto que hay detrás de Stranger Things, y se agradece que no escatimen en momentos esenciales, pero por otra parte también se pierde un poco ese sentimiento de pandilla de amigos con momentos de alivio cómico. Todavía los hay, pero en menor medida. El personaje de Mike por ejemplo, parece un poco fuera de lugar. Como si ya estuviera un poco cansado de este show. Y parece que alguien de producción se haya percatado de ello, porque sus apariciones parecen más bien anecdóticas, cuando era prácticamente uno de los pilares de la primera y segunda temporada junto con Will.

A falta de ver los últimos dos episodios que saldrán en julio (Netflix preferirá que su serie sea trending topic dos fines de semana mejor que uno), esta temporada me parece un salto notable en cuanto ambición se refiere. Pero también creo que esta historia dividida en tres tramas podría haber dado más de sí.