Para mi no hay ninguna duda que The Bear (la primera temporada) fue una de las mejores series del 2022.  Así que cuando acabó la serie, con ese final, me quedé mucho tiempo pensando que puede hacer diferente Christopher Storer (su creador) para aumentar la calidad de esta o al menos, para mantenerla.

A diferencia de la primera temporada, Storer decide crear a cada uno de los personajes principales su propio arco de desarrollo.  Se le dedica un capítulo a cada personaje para contarnos su historia, destacando el capítulo número seis, del personaje Richard (interpretado magistralmente por Ebon Moss-Bachrach).  Luego estan las demas actuaciones, todas especiales: Jeremy Allen White como Carmy Berzatto (me niego a llamarle Carmen), Ayo Edebiri como Sydney Adamu, Lionel Boyce y Liza Colón-Zayas, y otros más secundarios pero que no por eso bajen el nivel.

En cuanto a la premisa es concisa, contundente e interesante, además de estar llena de capas.  Narra la historia de un cocinero de gran nivel que se ve obligado a ocuparse del restaurante de sandwich propiedad de su hermano, el cual se ha suicidado.  Es una historia de duelo envuelta en una trama de cocina.  Argumentalmente si bien reúne las condiciones de un dramedy casi a lo Atlanta (pero sin el nivel de humor absurdo), por citar un caso reciente que guarde cierta relación esquemática: Un hilo principal que se diversifica sin perder esa línea.


The Bear es una serie que habla poco y hace mucho, ahí es donde dice lo que quiere decir. La conexión con la cocina es emocional. Muchas de las tramas avanzan literalmente, gracias a un plato. Una receta que es escuchada, un plato que es probado, una recomendación e incluso un recuerdo. Las emociones viajan con la comida y si prestamos atención es donde los personajes realmente sufren, lloran, respetan y en algún punto, aman. Los personajes rara vez lloran, rara vez se demuestran de manera directa afecto o admiración, y es por eso que baila el duelo entre ellos.  Y aquí en esta segunda temporada se explica con detalles de dónde viene esta toxicidad y toda esta ira, pero al mismo tiempo, el dolor.

La banda sonora es notable. Se respira y se oye Chicago. En los temas elegidos también vibran lo que los personajes no se animan a decir. En lo visual, salvo algunos primerísimos planos impresionantes, no hay grandes hallazgos.  La fotografía de Andrew Wehde se pierde y no se siente, y es una pena porque entiendo que jugar con esto (colores y tonos) hubiese sido algo muy interesante para poder demostrar con más fuerza los estados de ánimos de los personajes.

The Bear es un drama  de personajes conflictuados con una realidad que los hace sentir estancados y esta nueva posibilidad del restaurant es la que los invita a creer que se puede aspirar a algo más que lo que creían cotidiano, casi sentenciado.