El mundo ama los comebacks, y más cuando tienen una historia de superación como es el caso de Brendan Fraser, al cual le cae como anillo al dedo la historia que se cuenta en “The Whale”.

El director Darren Aronofsky no es un Lars Von Trier que causa malestar en sus personajes y en el espectador, ni tampoco un Christopher Nolan que busca engañar con ilusiones.  Aronofsky es más bien un director que su riesgo, su pomposidad suele ser, por lo que sus detractores le terminan siempre atacando, ser una película compuesta al detalle.  En ‘The Whale’, Fraser da vida a Charlie, un solitario profesor de escritura que pesa más de 250 kilos y cuyos excesos bulímicos le sitúan al borde de la muerte.  Traumatizado por una trágica pérdida e intuyendo el final de sus días, Charlie intenta restablecer el vínculo con su hija de 17 años, Ellie, lo cual no será fácil.

La trama transcurre enteramente en el interior del apartamento de Charlie y permite a Aronofsky reincidir en su interés por el trabajo con espacios y situaciones claustrofóbicas, algo que traslucía en films como ‘Réquiem por un sueño’ o ‘The Mother’, aunque cabe decir que en esta ocasión el director neoyorquino se desmarca de la experimentación formal para abrazar una puesta en escena más clásica.  Y si bien en el apartado estético su interés es de aspecto más dramaturgo, en las actuaciones no se queda atrás.  Al igual que ocurría en una de sus películas anteriores, «El luchador», Aronofsky nos muestra unos personajes obsesivos, adictivos o que lidian con su físico y los problemas de sus caóticas vidas, todo ello para intentar llevar una existencia normal.  Su estrategia es unir el destino del personaje con el del actor.  Si Mickey Rourke en “El Luchador” acaba por coincidir su personaje derrotado con su vida, o Jennifer Lawrence en “Mother” entraba en la agonía de los excesos (en ese caso la prensa, sus tantas películas en poco tiempo y otras cosas), aqui une a Brendan Fraser con el personaje.

El director de “The Whale” exprime a Fraser en lo que tal vez sea el papel de su vida, con una actuación que levanta por todo lo alto la película y funciona en su regreso, pero que lamentablemente se ve empañada por un guión y una dirección muy cuestionable.  Y es que “The Whale” acentúa de forma exagerada y mal compuesta la fatalidad del personaje, invitando a los demás a tratar con menosprecio; incluso aquellos que le aprecian caen en la desconsideración guiados por el auto-odio que el protagonista acarrea a sus espaldas.  Algo que en “The Joker” vimos con claridad, donde el director buscaba la compasión del público con escenas melosas.

Más allá de su ruidoso despliegue dramático y las ya habituales parábolas del director, ‘The Whale’ llama la atención por el trabajo de Brendan Fraser, que por un guión y una dirección empeñada en ser indulgente, en vez de ser una observación mesurada y pausada.