Elizabeth Banks ha tenido unos últimos años bien movidos.  El año pasado dirigió “Cocaine Bear” y este año está de protagonista en “Skincare”.

Un thriller que sigue a Hope Goldman (Elizabeth Banks) quien tiene un negocio de estética que está teniendo una ligera crisis y está al punto de despegar nuevamente cuando descubre que frente a su negocio se instala otra estética de un chico llamado Angel Vergara, quien se convierte inmediatamente en su rival.  El primer largometraje de Austin Peters nos invita a introducirnos en el mundo del cuidado de la piel y un tóxico ambiente narcisista que se empapa de una grata cuota de humor negro, incluso cuando toma decisiones horribles.

Es un recorrido con altos y bajos, pero que nos entrega una inspirada Elizabeth Banks que brilla con luz propia y se carga en sus hombros, un thriller que en la astucia de su interpretación hace brillar los momentos más oscuros de la película.  Lamentablemente no hablo de los momentos oscuros dentro de la historia, sino fuera, en donde la película parece perderse en sí misma y solo es gracias a la gran interpretación de Banks, que uno sigue viendo el filme.  Además de Banks, también se suma Lewis Pullman, en una actuación bien interesante, junto a Nathan Fillion.  Sin embargo Michaela Rodriguez y Luis Gerardo Méndez están tan desperdiciados en unos personajes sin desarrollo ni tono.  Que están ahí solo para estar con unos diálogos y listo.

Eso sí, que “Skincare” en lo técnico es una delicia.  La música a manos de Fatima Al Qadiri, con unas tonalidades synthwave muy particulares y divertidas, que le dan una ambientación muy de los 80´s o 90´s, mientras que la fotografía Christopher Ripley también emulando esa fotografía muy de los 80´s.

Ahora bien, ¿qué sucede en cuanto al tono, la narrativa y el guión? ‘Skincare’ amagá en varios momentos con dar un golpe en la mesa que saque a la luz un costado ácido, excesivo y que sorprenda al espectador. Lamentablemente (al menos para mí), Peters elige mostrar el sendero menos osado y opta por plantar unas cuantas decisiones alborotadas/problemáticas de los personajes y que esto sea el motor de las secuencias que exhibe.

A eso no le ayuda el ritmo que por momentos está muy bien pero luego se hace lento con decisiones poco interesantes y absurdas.

“Skincare” es un filme bueno para ver un domingo si no hay nada que ver o qué hacer.  Donde Elizabeth Banks brilla con luz propia pero el director la deja perderse.