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En algún lugar leí que la historia de un país latinoamericano es la historia de todos ellos. La veracidad de esa frase es cuestionable, pero en la película de 1985, Kiss of the Spider Woman, la dictadura militar brasileña reemplaza a su vecina, la dictadura militar de Argentina, país donde transcurre la novela original. Y aun así, la historia sobre desapariciones, censura y tortura sigue funcionando a la perfección. 

Kiss of the Spider Woman cuenta la historia de Valentín Arregui y Luis Molina, dos reclusos en una prisión en medio de la dictadura. Valentín está preso por formar parte de un movimiento de izquierda que busca derrocar el gobierno. Molina, abiertamente homosexual, guarda prisión por alegada corrupción de menores. 

Entre ambos se forma una relación estrecha, forjada sobre todo a partir del escapismo que Molina le ofrece a Valentín al contarle, con lujo de detalles, sus películas favoritas. Kiss of the Spider Woman hizo historia al convertirse en el primer filme brasileño en ser nominado a Mejor Película, además de ganar el Óscar y BAFTA al Mejor Actor.

Asimismo, esta película comparte una historia muy especial con Puerto Rico, pues la misma estaba protagonizada por el legendario actor boricua Raúl Juliá. Sospecho que cuando Jennifer López decidió adaptar el musical homólogo, lo tuvo en cuenta para invocar sus laureadas capacidades actorales. 

En el musical, volvemos a la dictadura militar argentina, caracterizada por sus miles de desapariciones forzadas (muchísimas más que en Brasil), centros clandestinos de detención y manipulación de información. 

En esta ocasión, Valentín es interpretado por el veterano Diego Luna (Narcos: México), intérprete mexicano que destacó en Hollywood mucho antes que Pedro Pascal (Materialists), aunque al último se le da más crédito como pionero. Pero bueno, ese es otro tema. Al exuberante Molina le da vida Tonatiuh (Carry On), cuya extravagante personalidad llena la pantalla en cada escena en la que aparece. Jennifer López completa el trío como Ingrid Luna/Aurora/La Mujer Araña. 

Molina le cuenta a Valentín todo sobre su actriz favorita, Ingrid Luna, y su película Kiss of the Spider Woman. Somos introducidos mediante la vívida imaginación de su narrador a la historia de Aurora, una editora de moda. Aurora se enamora de Armando, un galán de telenovela a quien la mente de Luis visualiza como Valentín. Juntos, lucharán contra la maldición que su aldea enfrenta: la Mujer Araña. 

Esta película dentro de la película sirve de contraste a las gélidas y grises escenas de la celda en la que Molina y Valentín están recluidos. En ella, el director Bill Condon, quien también dirigió la icónica Dreamgirls, le saca el mayor provecho para dar vida a escenas que son puro eye candy: bien estilizadas, coloridas y vistosas. Se rinde homenaje tanto a Broadway, con pasos y números clásicos que por momentos recuerdan a Chicago, como al technicolor, con vívidos colores y montajes que celebran al Hollywood de la edad dorada del cine. 

JLo, al igual que The Rock en The Smashing Machine, ha buscado crear a la fuerza un papel que le vaya a la perfección, en su caso, como bailarina y cantante, para poder demostrar sus dotes actorales y así ganar premios. Pero, aunque la diva del Bronx dio números de baile, looks y canto como nunca, es opacada por sus dos protagonistas, especialmente la sensible interpretación de Tonatiuh.

La verdad, antes de saber la existencia de la obra de Broadway, se me hizo extraño que una historia sobre represión política, persecución a personas LGBTQ+ y tortura se adaptara a musical. Pero con Aurora y Armando como contrapunto, en lugar de las distintas películas que Molina contaba originalmente (una de ellas abiertamente propaganda nazi), sí puede resultar tentador. Esta adaptación es especialmente notable en las primeras escenas, pues los primeros diálogos entre Molina y Valentín se sienten sumamente teatrales.

Dicho todo esto, ¿logrará Kiss of The Spider Woman su cometido como Oscar bait? Es posible, pero no pasará de ser nominada. Es difícil que López pueda estar a la altura frente a Teyana Taylor o Regina Hall por One Battle After Another. Lo que sí podría lograr es una nominación al Golden Globe por Comedia o Musical, así como en aspectos técnicos, ya que su dirección de arte, iluminación y fotografía son hermosas, sobre todo en los números musicales. 

¿Es Kiss of the Spider Woman para todo el mundo? Nunca lo ha sido. Sus temas siempre han resultado incómodos y su abordaje es aún más explícito que su primera adaptación. El hecho de que sea un musical también resulta ser un no-no para muchas personas. Sin embargo, si se le ve como una exploración a cómo el arte puede ser un escape al dolor y unirnos en la desesperación… sigue funcionando.

Ya sea como libro, obra, musical de Broadway, o como en este caso, película.

Veredicto

Kiss of the Spider Woman es un proyecto con mucho ego, que busca utilizar su latinidad y queerness como punto de venta. Pero, sigue siendo una hermosa producción con tres actuaciones estelares que cuentan una historia atemporal. Si gustas de musicales, es imperdible.

7 / 10

Amo las películas sobre deportes de combate. Son emocionantes, satisfactorias y sumamente entretenidas. Mientras que en el boxeo contamos con filmes tan queridos como la saga de Rocky, la magnífica The Fighter y la casi perfecta Million Dollar Baby, las artes marciales tienen el clásico Karate Kid, y la lucha libre nos regaló a Nacho Libre y la hermosa The Iron Claw.

Este año, Benny Safdie (codirector de Uncut Gems, y actor en Oppenheimer) llevó su pasión por estos deportes a la gran pantalla de la mano de A24. Se trata de la historia de Mark Kerr, apodado The Smashing Machine, un luchador olímpico y peleador de artes marciales mixtas, campeón de la UFC y de su equivalente japonés, la PRIDE FC. Y para ello se apoyó en una de las estrellas más costosas de la actualidad: Dwayne «The Rock » Johnson (Black Adam).

Para nadie es secreto que Johnson desea ser tomado más en serio en la industria, ansioso por premios, reconocimientos y el no ser recordado como el tipo que hacía de sí mismo en todas las películas. Para The Smashing Machine, incluso aceptó una reducción de su sueldo regular de veinte millones de dólares a cuatro. Y claro, escoge el mundo de los deportes que conoce tan bien: The Rock ha sido siete veces campeón de la WWE.

Sin embargo, pese a que su actuación cumple con los parámetros para considerarse buena, esta lamentablemente se ve afectada por una dirección y guion deficientes que lastiman el producto final y aburren a la audiencia.

El principal problema de The Smashing Machine es que resulta anticlimática a más no poder. La historia se presenta de una manera dispersa y aérea, enseñándonos la tumultosa relación de Mark con su compañera sentimental, Dawn (Emily Blunt de Oppenheimer y A Quiet Place), algunas de sus peleas y el comienzo de su adicción a los opioides. Pero, sin construir un momentum para las escenas, no existe una recompensa para la audiencia. Y eso, en una película sobre deportes, es imperdonable.

Parece una dramatización de hechos que Safdie asume que la audiencia conoce sobre su protagonista, pues por momentos se siente como un passion project de un fan de las artes marciales mixtas. Lo cual sería aceptable si no se tratara de una producción de más de 50 millones de dólares, mercadeada como una película para premios y la gran revelación de The Rock como un actor competente.

Con escenas que no llevan a ningún lado, se alarga un guion de por sí disperso que, con dos horas y seis minutos, es injustamente largo para la historia que finalmente se nos cuenta. Por ejemplo, si bien se nos presenta el tema de su dependencia a las sustancias, buena parte de su arco al respecto es manejado fuera de la pantalla. Y así, mismo sucede con el caso de su relación con Dawn, en la que sus aparentes rupturas y reconciliaciones se repitieron a lo largo de los años que abarca la película, pero no escatima minutos en presentarnos a ambos en una feria montándose en distintas atracciones.

Otro aspecto que se toca es la relación de Kerr con su tocayo, Mark Coleman, quien fungió como su entrenador y amigo personal. Coleman, quien llegó a ser Salón de la Fama de la UFC, es retratado como una influencia positiva en su vida y un gran amigo, contrastando en ocasiones con las luchas de su colega. Este es interpretado por el artista marcial y Campeón Mundial de Peso Pesado de Bellator, Ryan Bader, a quien en su debut como actor entrega una sólida interpretación.

En The Smashing Machine se hizo un buen trabajo para presentar ambas partes de la relación entre Mark y Dawn, y por qué esta no funcionaba para ninguno de los dos. Mark, que es mostrado como un ángel en la calle, amable con todos, no necesariamente transmitía esa energía en el trato a su pareja, descuidándola en ocasiones.

Mientras tanto, Dawn a su vez era incapaz de empatizar con sus luchas, robándole la paz que necesitaba en sus momentos decisivos, y prefiriendo mantenerlo en una relación de codependencia. Y, sin embargo, no podían vivir el uno sin el otro. Esto, que quedó bastante claro, me parece que es una de las fortalezas de la película, y resulta hasta gracioso ver cómo Blunt iguala y por momentos supera a The Rock en la calidad de su actuación con poco esfuerzo.

En los aspectos técnicos, si bien la dirección de arte y vestuario nos transportan impecablemente a los noventa y principios de los dos mil, la colorización y edición deslucen este trabajo, con escenas teñidas o quemadas de una manera que no corresponde con el resto del pietaje, restándole coherencia visual.

Al final, se siente como si el único arco que a Safdie le interesaba contar era el de Mark como persona, desde la soberbia hasta el contentamiento. Es un proyecto hecho con cariño, pero le faltó dirección.

Veredicto

Incluso los amantes de las películas deportivas vamos a tener que esforzarnos por perdonarle a The Smashing Machine su deslucido ritmo. Sin embargo, las actuaciones de Johnson y Blunt son dignas de contar una historia valiosa, que merecía ser conocida.

 

6 / 10

¿Me contradigo?
Pues bien, me contradigo
(soy inmenso, contengo multitudes)
– Walt Whitman (Canto a mí mismo)

Hablar sobre The Life of Chuck sin dar demasiados detalles sobre su trama, es un desafío. En una historia desarrollada en tres actos, contemplamos la historia en orden inverso de Charles “Chuck” Krantz, interpretado por Tom Hiddleston (Loki) desde su muerte hasta su infancia. En esta adaptación, la más reciente de una obra de Stephen King (parte de su libro If It Bleeds, lanzado en 2020), explora temas propios de la vida, las desilusiones, las pérdidas y la alegría.

Con el desprendimiento de California y la pérdida de la red de internet, el mundo parece estar terminando, lo cual parece coincidir con la aparición de misteriosos letreros, comerciales y anuncios en todas partes despidiendo a Charles “Chuck” Krantz, luego de 39 maravillosos años.

Los personajes (y nosotros como audiencia) parecemos confundidos ante la existencia de este sujeto que parece un contable (¿se estará retirando?). A través de esta narrativa no lineal, somos seducidos y confundidos por el misterio de esta historia en la que no sabemos qué sucederá.

Mike Flanagan, en su tercera colaboración con Stephen King, se ha especializado en el cine de terror (Doctor Sleep, Midnight Mass), y hace uso del lenguaje cinematográfico para dejar símbolos y easter eggs a través de todos los actos . Utilizando su experiencia previa, lleva el conflicto al borde del horror, pero siempre sin tocarlo. En un movimiento poco común para King, este se distancia de su estilo más oscuro para dar lugar a una historia ligera, dulce y “feel good”, pero acompañada de temas filosóficos, como la muerte y el paso del tiempo.

Aquellos entusiastas de la astronomía y fanáticos de Carl Sagan encontraremos muchas referencias a su trabajo, que se vuelven un tema recurrente confiriendo detalles que se sienten personales y específicos. Esto da lugar a una historia particular con un mensaje sencillo. Porque Life of Chuck busca conjugar varios géneros, pero tal como lo es la vida, no se compromete con ninguno.

La vida de Chuck Krantz es por lo demás corriente. No necesariamente hace nada extraordinario, pero es feliz. A sus 39 años tiene una familia que le ama, es un buen contable, y baila, sí que puede bailar. Al punto, en el que la totalidad de uno de los actos se concentra en su pasión por la danza y cómo esta le permite conectar con personas y sentir la plenitud de estar vivo.

El ensamblaje del elenco, que es bastante coral, cuenta con sólidas y entrañables interpretaciones, el mismo liderado por Hiddleston, Mark Hamill  y Mia Sara como los abuelos de Chuck, además de Chiwetel Ejiofor y Karen Gillan como los protagonistas del primer acto. El resto, como la profesora de 6to grado de Chuck, su maestra de danza, su compañera de baile, una chica con la que baila una tarde, el director de la casa funeraria, y las versiones jóvenes de Chuck… todos colaboran en ofrecer interpretaciones creíbles, que continúan dando soporte a la tensión de la historia.

Un punto que podríamos considerar débil es el recurso del narrador, cuya voz presta Nick Offerman, y que puede resultar innecesario en ocasiones. Es entendible que por venir de un cuento y su estructura particular, solo que su traducción en la gran pantalla no resulta tan efectiva. En general, la entrega de ciertas líneas de parte de él y Hiddleston pueden cambiar la atmósfera y quitarle fuerza a la narración.

The Life of Chuck para algunos podrá resultar más confusa que entretenida; para otros, tendrá un mensaje profundo que no encontró su camino por completo. Otros simplemente quedarán con más preguntas que respuestas, o de encontrarlos, quizá no serán satisfactorias. La audiencia encontrará un misterio muy a lo King, pero por momentos más ambiguo. Sin duda, es una propuesta diferente, acogedora y estimulante para quien busque una experiencia más reflexiva. Chuck nos invita a encontrar gozo: en hacer lo que amamos, en conectar con desconocidos con quienes compartimos pasiones. Porque todos nosotros contenemos multitudes.

Charles Kantz. 39 grandiosos años. ¡Gracias, Chuck!

Veredicto

En medio de la locura de este mundo, The Life of Chuck nos invita a vivir y disfrutar de la vida y las cosas que nos traen felicidad; sin embargo, la entrega de ese mensaje carece de la contundencia necesaria para hacerlo valer por sí solo. No obstante, no deja de ser un rato agradable donde podrás disfrutar de Tom Hiddleston mostrando sus dotes de bailarín, y pensar en quienes amamos, por qué, y qué realmente importa.

7 / 10