Pixar siempre ha sido referente al cine de animación. Claro, hay otras productoras igual o mejor, pero en Hollywood Pixar es la principal. Por eso cuando se anunció el proyecto de Lightyear las emociones estaban encontradas.
Primero hay que entender que Lightyear proviene de un personaje de la saga Toy Story, y la razón por la cual fue creado el juguete, a nadie, absolutamente a nadie, le importaba. Porque esto es lo que cuenta el filme Angus MacLane (el mismo de Buscando a Dory), de tratar de explicar quién era en realidad Lightyear y su importancia, y ese es el mayor fallo que tiene el guión. Además de lo previsible está el hecho de que es difícil empatizar con cualquier personaje que esté ahí (a diferencia del robot).
El personaje es plano y frío, pero no como está desarrollado, sino frío en su escritura y por más elementos que se le incluya para poder empatizar con él, no se consigue.
Lo segundo es su error a la hora de la dirección y la puesta en escena. Debemos tener muy en cuenta que es una película de ciencia ficción y épica, y una está a medias (la ciencia ficción) y la épica no se siente. El filme está lleno de momentos que se suponen que deben elevar las emociones del espectador pero solo consiguen que uno esté atento con indiferencia, casi esperando que acabe.
Lightyear no será la peor película animada como algunos quieren vender, pero si es una película con muchos problemas que no termina de arrancar en ninguno de los aspectos que trata de tocar. Es la segunda de este 2022 (la primera película fue Turning Red) y en vez de tocar un tema o un personaje nuevo, apuestan por la nostalgia.