En el 2014, Nic Pizzolatto, junto con Cary Joji Fukunaga (quien dirigió No Time To Die) crearon True Detective, una “miniserie” sobre detectives que buscaba ser lo más real posible. Hoy 2024, True Detective: Night Country, que funciona como una cuarta temporada de esta miniserie.
No me enfocaré en cómo hemos llegado desde la primera hasta aquí, ya que cada historia es un caso distinto, en una ciudad distinta y con personajes distintos. Más bien me enfocaré en esta cuarta temporada que viene de la mano en guion y dirección de Issa Lopez, directora mexicana con una filmografía terrible y que siempre apostaba por la comedia romántica rancia. Por lo que verla en el thriller (y bastante oscuro) es todo una sorpresa y una frescura increíble.
True Detective: Night Country está ubicada en Alaska, donde ocho personas que controlan una estación de investigación desaparecen sin que nadie sepa nada. La detective Liz Danvers tendrá que unirse a la detective Evangeline Navarro, y juntas tendrán que luchar contra sus miedos internos para poder resolver este caso. Algo notable que ha logrado la directora, es que mantiene ese personaje taciturno y reflexivo como era Rust Cole interpretado por Matthew McConaughey, esta vez con el personaje de Liz Danvers interpretado con la maestría increíble que solo Jodie Foster puede brindar. Danvers se puede ver como un personaje desatendido y completo, pero algo caracteristico del genero noir (aquel genero detectivesco muy oscuro) es tener esos personajes con una carga terrible encima, y el hecho de que tenga sexo con muchos hombres, la mayoria casados, y luego sienta culpa de ello, la marcan como un personaje traumado que esta tapando algo y que no puede hacerse cargo de ello.
Pero no es la única, porque Evangeline (una Kali Reis soberbia), compite con ella tanto en calidad como en cantidad de traumas y cargas. Todo esto logrando que no solo veamos una investigación detectivesca a son y ton, sino que True Detective: Night Country, mantiene el estilo noir moderno pero con aires de clásico que convence y gusta.
Y aunque no solo el desarrollo de personajes es un plus, sino también el tiempo, porque Issa Lopez está clara de que hizo que la primera temporada funcione y aquí lo logra. El tiempo es un círculo plano en el que nada se resuelve, todo vuelve en una y otra vez va a suceder. Donde cada cosa que sucede es un reflejo y espejo de algo sucedido y que siempre estará pasando, y todo se conecta. Absolutamente todo se conecta.
El caso que abre de inicio es solo la punta del iceberg de un caso mucho más complejo y difícil. El trauma será el núcleo duro de la temporada, y esto se meterá en todos los personajes, incluyendo el pueblo, que como en The Batman, también es un protagonista más de la ficción. Lo que hay que separar, en la medida de lo posible, para analizar los resultados de esta temporada de True Detective: Night Country, es la fascinación y el misterio que genera el caso central en sí con sus lógicas repercusiones sociales –tenga que ver con algo místico o con algo más político y económico– y la pesada carga en la que se convierte la abundancia de traumas como motor de la historia.