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Cuando Westworld se estrenó, su propuesta era sin duda algo interesante y novedosa.  Un parque de atracciones con temática de vaqueros, en donde los humanos pueden pagar y tener una experiencia de cómo se vivía en ese entonces.  Además de los humanos hay unos robots que están programados para no herir a los humanos, sin embargo un robot en particular empieza a mostrar recuerdos y poco a poco deja de ver la línea entre herir a los humanos y matarlos.

Algo interesante en la trama es que no sabíamos quien es humano y quién es robot, por lo que el juego se hace mucho más interesante a la hora de adivinar si algún personaje es o no es, y obviamente como los guionistas juegan con esto.  Sin embargo eso fue en la temporada uno y ya para una cuarta temporada el chiste se ha hecho largo y tedioso.  Westworld fácilmente se debatía el mismo concepto que el anime de Ghost in the Shell: ¿Qué nos hace humanos? ¿Un alma es suficiente para ello? Y otras preguntas filosóficas, que al menos en el anime se sienten fluidas y parte de su universo, y que en Westworld aunque de inicio se podía intuir algo de interés, termina diseminándose en una necesidad de los creadores de sorprender al público con quien es quien.

Aun seguimos los pasos de una Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood) que entiende que la humanidad es un virus que hay que erradicar, al igual que seguimos dando vueltas con los demás personajes interpretados por Jeffrey Wright, Thandiwe Newton o Angela Sarafyan.  Tal vez el único personaje interesante, por momentos, ha sido el de Tessa Thompson pero que ha caído en repetirse constantemente y en justificar ser una villana, mientras que Ed Harris se ha perdido en convertirse en solo un espectador de lo sucedido y hacer preguntas ambiguas a temas incongruentes.  Tal vez el más afectado en todo esto es Aaron Paul, quien no se desarrolla ni justifica, sino que está ahí haciendo cosas.

En cuanto al guión, pues lo mismo que ya hemos visto una vez más.  No hay novedad, ni tampoco un interés de avanzar, sino otra vez dando vueltas en lo mismo.  Y es algo curioso, porque parte de su deseo de ser filosófica recuerda mucho a Dark, pero obviamente más forzada que filosófica.  La música a cargo de Ramin Djawadi como siempre es una maravilla y no tiene desperdicios.  Y los efectos, pues todos correctos.

Al final del día, Westworld se ha convertido en un viaje interminable que ha perdido parte de su esencia.  Lo mismo que planteaba en sus inicios, y que Ghost in the Shell plantea, es lo que ahora es: un cascarón vacío que anda vagando por ahí solo haciendo lo que le piden pero sin alma.

Veredicto

No estoy seguro si es frustrante, el hecho de que la cuarta temporada de Westworld es exactamente igual que la anterior, y que por más que se juegue con el montaje, lo que fue no volverá.

4 / 10

Teníamos pendiente escribir sobre aquella serie futurista de HBO llamada “Westworld” la cual viene de la mano de Jonathan Nolan y Lisa Joy.  Y la verdad es que después de la promesa de que esta sería la mejor temporada, con el final mas epico, nos hemos quedado con un sabor totalmente agridulce.

Una de las cosas que caracteriza(ba) la serie es su filosofía.  Como los robots se cuestionan unos a otros si ellos estaban tomando un libre albedrío o si en realidad todo era parte de su programación, y esta filosofía iba amarrada con la crisis existencial que tenían los personajes sobre si son o no humanos, algo que se le transmite al espectador y este debía ir uniendo el rompecabezas para determinar si lo eran o no.  Esto es algo que se ha perdido casi por completo en esta tercera temporada, la cual se enfoca más en la acción.

Los momentos épicos de revelaciones son tan repetitivos que no sorprenden y los personajes están tan torpemente desarrollados que es difícil seguirles las pistas.  ¿De qué nos sirve que Bernard busque al Hombre de Negro? ¿Por qué Dolores no busca ayuda de ningún robot sabiendo que le apoyan la causa? ¿Cual es el objetivo real de Maeve? Y así nos podemos pasar toda la nota buscando saber qué quieren decirnos con estos personajes.

Por otro lado la puesta en escena es totalmente desconectada que las escenas de acción aburren y se sienten como un interludio entre la trama.  El guión por momentos tampoco ayuda a sentir apego por los personajes, que por más amenazas que tengan es difícil sentir que están en peligro.  Y por si fuera poco tenemos personajes que nos explican lo que estamos viendo o en el peor de los casos, que estén en el momento menos oportuno exigiendo algo con explicación gratuita.

Por suerte no todo es malo y las actuaciones son muy buenas, los efectos geniales y la música de Ramin Djawadi (el hombre que hizo el soundtrack de Game of Thrones) no es algo para tomarlo a la ligera.  Cada partitura tiene su momento y su evolución y cada canción es una satisfacción auditiva destacando “Start a Revolution” “The Choise is Yours” o “Brain Damage”.

Renovada a una cuarta temporada, la serie cierra algunos arcos y en una escena post crédito deja claro sus intenciones.  Tal vez no sea lo mejor del año, mucho menos lo mejor de “Westworld” pero es así.  Esperando que mejore y busque ser más como la primera.

Veredicto

Entre lo interesante y lo aburrido.  La temporada 3 de Westworld se alza con una narrativa bastante confusa, puesta en escena torpe, un guión con demasiados hoyos y unos personajes sin desarrollos, pero al menos trata de compensar con excelente música, buenas actuaciones y unos efectos y diseños de vestuario bastante interesantes.

6 / 10