El tema de la pérdida se ha manejado en Hollywood en los últimos meses. “1899”, la tercera temporada de “Barry” y “The Banshees of Inisherin” son algunas de ellas. La paternidad ha sido otro tema que se maneja muy bien en “Sea Beast”. Y de estos dos puntos es que se trata “Guillermo del Toro Pinocchio”.
Este año Disney trató de llevar la historia del personaje de madera pero sin éxito, aunque contaba con Tom Hanks en el frente como el padre y creador del personaje. Tal vez por la falta de alma que llevaba el filme, algo que Del Toro, por suerte, mantiene. Una visión algo diferente que se desarrolla en medio de la segunda guerra mundial, en una Italia fascista, con Benito Mussolini siendo una de las gracias del filme, n Geppeto alcohólico, deprimido con el corazón roto por la pérdida de su hijo pequeño en un bombardeo, y un prólogo final de lo más triste pero claramente humano. “Guillermo del Toro Pinocchio” trata de ser súper honesta, emotiva y sobre todo, real.
Ya todos saben de qué va el cuento, así que explicarlo es innecesario. Solo queda dejar claro (una vez más) que esta historia no es la que habrán visto de la mano de Disney, ya que tiene modificaciones. Eso le permite al guión jugar con todos los elementos posibles para desarrollar mucho mejor su historia. Cuál es el valor de la amistad con esa hermosa escena de Pinocho y Candlewick. Todas llenas de simbolismos hermosos como el derrame de pintura en los zapatos de Podestá, también cuando unen las dos banderas en el campamento haciendo alusión de que somos iguales aunque seamos diferentes, o la más curiosa que es (literalmente) como Sebastian ve aplastada sus ambiciones literarias.
El apartado técnico es absolutamente brillante, una creatividad espectacular en su realización hace que permanezcas clavado a la pantalla, una pequeña joya inolvidable, que, aunque se aparte un poco del cuento original, es una pieza única en el universo de Guillermo del Toro. La técnica para narrar la historia es la animación por ‘stop motion’, ese alarde de plastilina solo al alcance de virtuosos, y por eso comparte en los créditos la dirección con Mark Gustafson, auténtico maestro en esta animación sincopada.
Claro que el deslumbrante diseño de las entidades, criaturas y demás personajes alude a la extravagancia y diversos aspectos mitológicos para sacarles de las convenciones establecidas por otras versiones mucho más ligeras. Pero lo que hace por momentos la gran diferencia es la manera en que se mueven, empezando por el muñeco de madera en cuestión cuya articulación llega a ser inquietante y hasta siniestra. Y esto es porque Del Toro quiere que tengamos claro que Pinocchio es diferente y como dicen en un momento en los diálogos, “debemos amar a los demás aunque sean diferentes a nosotros”.
“Guillermo del Toro Pinocchio” es una obra brillante, atrevida y sobre todo ambiciosa que al final tiene sus frutos. Es mucho más compleja de lo que parece y es sin duda, una maravillosa obra, de la cual pasaré por alto sus pequeños puntos negativos porque es más hermoso y vale la pena.