Quien diría que aquella película de bajo presupuesto y con miras a ser una obra menor, iba a lograr evolucionar el género de acción y se convertiría en una saga exitosa. John Wick: Chapter 4, inicio, por si alguien lo olvida, como un proyecto de una sola entrega para los amantes del género de acción.
Como es Hollywood, cada segunda, tercera, cuarta, quinta o hasta décima parte de una película, tiende a ser más grande, más cara, más larga, más espectacular, pero no necesariamente mejor que la primera. John Wick: Chapter 4, rompe con eso y si bien su argumento y guión nunca fue algo de maestría, cumple su propósito con creces y hasta lo supera. Y si bien, al final de la tercera (la cual considero que es un simple interludio para esta cuarta parte), las cosas quedaban un tanto repetitivas (John Wick luchaba hasta la eternidad, siendo herido pero sobreviviendo, mientras que aparecían personajes mas y mas fuertes y exagerados, como si de un videojuego se tratase), no es para nada una mala película. De hecho, con todo y sus pegas, funciona para aportar otro granito más al mundo mafioso de este universo.
Ahora bien, más allá de las set pieces apoteósicas y ese imaginario entre el heroic bloodshed (el director John Woo debe estar orgulloso) y el goticismo ochentero (con muchos, pero muchos momentos que recuerdan a “Black Rain” de Ridley Scott), el filme protagonizado por un Keanu Reeves en estado de gracia, no es que sea lo más original. De hecho, uno mira hacia atrás y se da cuenta que hemos estado viendo de una forma u otra la misma temática, pero no importa porque esas coreografías interminables y tiroteos exagerados, ayudan a mitigar toda coherencia y nos entregan más de hora y media de entretenimiento donde en más de una ocasión abriremos los ojos sorprendidos por haber desafiado la física.
Alabado sea el plano secuencia con una cámara cenital o la escena de vehículos en Francia. Al duelo spaghetti western muy a lo Sergio Leone, que tiene la película o los elementos de tributo a “The Warriors”. John Wick: Chapter 4 es un entretenimiento digno y una de las sagas de acción que han aportado tanto al género.
En las actuaciones pues cada quien en lo suyo. Keanu Reeves, que ha demostrado actuar mejor con su cuerpo que con su rostro, hace lo que mejor sabe hacer. Destacando en esta entrega está un Bill Skarsgard más pasivo que de costumbre, Hiroyuki Sanada que se le vio hace poco en Bullet Train, un Scott Adkins irreconocible y la cereza del pastel, un Donnie Yen que cada una de sus escenas es oro puro.
En cuanto a la música, vuelve Tyler Bates con esa electrónica mezclada con sonidos muy propios del rock pero no es industrial como logra Junkie XL, sino algo muy particular de él. La fotografía de Dan Laustsen, como dije, es muy goticismo ochentero que recuerda mucho a “Black Rain” o a “Lethal Weapon”.
John Wick: Chapter 4 es brutal y violenta, pero no se regodea en la sangre sino que tiene la estructura acumulativa y la lógica de un videojuego para mantener al espectador entretenido.