Para nadie es sorpresa quién es Borat.  Su popularidad es increíble y todo por una película que se ha convertido en ícono inmortal del cine.  Y es que su primera parte causó un revuelo tan grande que metió en problemas diplomáticos a Kazajistán, algo que todavía al día de hoy no pasa desapercibido.

Para quien no sepa como va el asunto con las comedias del actor Sasha Baron Cohen, pues les explicamos: este se disfraza de un personaje, en su mayoría bastante exagerado y controvertido pero muy creíble y realiza bromas a los más incautos en cámara oculta.  Su humor busca humillar y burlarse entre la obviedad y lo absurdo.  En esta secuela de Borat el único cambio que tiene es el de utilizar a su falsa hija Tutar, interpretada por Maria Bakalova.  La actriz es la razón y el punto fuerte de este filme, y el actor lo sabe por lo que le da los mejores momentos para que la chica lo desarrolle a su gusto.  Desde ir a un pequeño congreso de mujeres cristianas para hablar de la masturbación hasta dejar en ridículo al abogado de Donald Trump y ex alcalde de New York.  En cada escena donde la joven chica se cruza, se busca recrear el modelo de la mujer americana que apoya la administración de Trump y el sector más conservador.

Es difícil calificar esta película porque su humor no es para todos, tampoco es que amerite un guión lo suficientemente elaborado y su puesta en escena como falso documental puede tener todos los fallos del mundo pero eso puede ser adrede o no.  La verdad que hemos pensado mucho esto porque después de analizarla detenidamente, la película es suficientemente sostenible y entretenida.  No se va con rodeos y su humor, aunque como mencionamos, puede que no te haga reir pero si al menos lograra sacar una sonrisa de sorpresa porque los protagonistas van a terrenos que rara vez son tomados en cuenta en el humor.

Al final el objetivo del chiste con Tutar no es exagerado y tiene un significado.  Su sacrificio no es otro que dejar claro cuales son las mujeres y hombres que tienen voz en la administración de EUA actual.  Borat es escuchado cuando levanta la voz con mensajes racistas y machistas, mientras que en el caso de Tutar es ser entregada al poder, y para eso debe cambiar su cuerpo (la escena con el cirujano), y cambiar de pensamiento (las escenas en el baile, el grupo conservador y la influencer con un sugar daddy).  La ironía llega no solo con un final controvertido y explosivo, sino cuando dejan claro que las mujeres son más libres en Kazajistán.  Aquí es donde todos los chistes tienen sentido.