El thriller es un género bastante interesante y que debe llevar ciertas características para que al menos sea una experiencia interesante.  Esta película de John Lee Hancock no logra eso.

La película tiene un buen inicio.  Contundente, rápido, y directo.  En los primeros 15 minutos sabemos que hay un asesino en serie meticuloso que le gusta realizar una especie de cacería con sus víctimas.  También sabemos que hay un policía con habilidades de detectives bien definidas, pero todo esto se vuelve nada mientras avanzamos.

La trama se hace totalmente predecible, los personajes carecen de desarrollo, damos vueltas en escenas que aportan muy poco a la trama (o a los personajes) y tenemos un misterio que pierde el interés a los 30 minutos.

Las actuaciones son adecuadas pero el casting no ayuda.  Nos explicamos.  Estas actuaciones, estos actores, no encajan con el papel y es poco creíble lo que vemos, a pesar de que lo hacen bien.  Todo esto, por suerte, no le aplica a Jared Leto quien logra una excelente actuación pero el guión no le ayuda en lo absoluto logrando darnos escenas y diálogos bastante vacíos.

Y es irónico todo esto, ya que el filme bebe bastante de lo que es Seven y True Detective.  Otorgando un estilo neo-noir entre sus planos, Hancok crea lo que se podría definir como un homenaje a los thrillers policiacos, tomando elementos ya vistos que pueden reflejar hasta cierto punto predecibles en gran parte, no obstante el director consigue generar buenas escenas que mantendrán atento, sobre todo en el intermedio que el núcleo fluye por sí solo dejando ver la idea, como es percibido hay pequeños detalles que juegan su parte en la trama, al igual que deja muchos fallos leves que en conjunto desfavorecen su narrativa.