“Sinners” es sin duda otra de las sorpresas del 2025 junto a “Mickey 17” y “Thunderbolts”.
Resulta interesante cómo los estudios no apostaban un peso por estas películas y resultaron ser buenas en críticas y taquilla, mientras que otras como “The Electric State” resultan ser un verdadero disparate a pesar de toda la publicidad que se invirtió en ella.
Dicho esto, y sin ánimos de seguir martillando en el piso, el último filme de Ryan Coogler es lo suficientemente interesante como para abrir un universo completo. La historia narra cómo dos hermanos gemelos (interpretados por Michael B. Jordan) vuelven a su pueblo después de un tiempo para darse cuenta de que hay vampiros por la zona. No es algo que el tráiler no te diga y la película no se caracteriza por tener giros de guion que dañen la experiencia. De hecho, el mismo tráiler revela algo que, en mi opinión, podían haberse ahorrado para la película, ya que causaría un gran efecto en la misma.
El guion es profundo, es valiente, es arriesgado, y eso se celebra y aplaude con creces. Mezcla el western con el noir, pero también el drama con el musical. Lo mismo sus capas son totalmente interesantes porque habla del racismo, del folclore de América del Sur, la religión y otros temas que, en manos de un director que no está consciente de lo que hace, hubiese salido un despropósito. Coogler le entrega una carta de amor a los viejos maestros, desde la iconografía heredada o deudora de Carpenter o Romero, hasta la más evidente de todas: el «Abierto hasta el amanecer» de Rodríguez. Se notan sus influencias, las abraza y encima dice lo que quiere para hacerla propia. Es buenísimo.
En cuanto a las actuaciones, pues, de entrada, ya se sabe que Coogler y Michael B. Jordan trabajan juntos siempre (desde la primera película del director) y que aquí no sería la excepción. El actor cumple y logra un buen papel, teniendo en cuenta que interpreta a dos personas distintas. Sin embargo, la película tiene dos actuaciones estrella: Miles Caton y Jack O’Connell. El segundo, principalmente, logra uno de los mejores villanos sin duda del año, sin temor a equivocarme. En cuanto a Caton, pues logra un excelente personaje, y la sorpresa está en que esta es su primera película.
Después de ver esta película de vampiros, y viendo cómo funciona Marvel —que si un director logra una buena película le dan otra—, es difícil de entender cuando dicen que no dan pie con bola creando a Blade, porque “Sinners” es sin duda alguna una de las mejores películas de vampiros de los últimos años y, si me preguntan a mí, le diera Blade a Coogler de una buena vez.
Ahora bien, en la parte técnica la película cumple con creces, pero me voy a centrar en lo más importante que tiene el filme: la música. No hablo exclusivamente de la partitura de Ludwig Göransson (como siempre, estupenda), sino de las canciones que refuerzan y dan energía y potencia a sus imágenes. Si en «Abierto hasta el amanecer» teníamos como nexo entre las dos mitades a Salma Hayek portando una serpiente, o en «Blade» se nos bautiza en el mundo vampírico con un aspersor de sangre a ritmo de techno, en “Sinners” no es tanto una parte, sino el todo completo: es a través de su música que la narrativa avanza, que los cuerpos, pegajosos y sensuales, se mueven al compás del blues y la música popular. Sería indivisible, como esa guitarra que porta Sammy, de cuyas cuerdas se genera el sonido. Maravilloso.
La fotografía a manos de Autumn Durald es magnífica. Rojo fuego sobre el negro Misisipi, con esto digo todo.
Aunque “Sinners” puede sentirse desequilibrada en momentos, su impacto emocional y su relevancia cultural la convierten en una obra que va a generar ríos de tinta y encendidas discusiones. En resumen, a pesar de sus defectos —que son más bien pocos, o al menos no son fáciles de percibir, que tal vez en un segundo o tercer visionado sí se perciban—, y hasta ahora es de lo mejor que tenemos en este 2025.