Entradas

Yo se que al escribir esto puedo correr el riesgo de que alguien me llame “snob” o alguna de esas palabras que se utilizan para que el lector empiece a ver al escritor como un paria, pero es que es inevitable.  Hace poco Warner Bros ha decidido cancelar la película de Batgirl y entre sus tantas excusas, una de ellas ha sido que “el filme no era lo suficientemente bueno para sacarlo a la luz”.  También recuerdo como hace un tiempo la AMC le dio el sello a The Batman, la nueva película de Matt Reeves, como una “película impulsada a un nuevo territorio utilizando temas del cine negro para desenmascarar una historia de detectives fresca y efectiva ambientada en el corrupto inframundo de Gotham City.  Destacando el trabajo de cámara expresionista establece el tono, una banda sonora cautivadora llena el estado de ánimo y un atractivo uso de la paleta de colores se emplean como herramientas para mejorar esta experiencia cinematográfica atrevida y llena de suspenso”.

Sin embargo, ante esto, he visto muchas reacciones tanto positivas como negativas.  Entre las positivas (y algunas exageradas) por los fans y otras negativas (al igual de exageradas) donde afirman que “no existe película artesana de comics” o en el mejor de los casos un ataque hacia Marvel o DC.

Y para mi es sorprendente que exista una visión tan simplista de las cosas, pero lo que me sorprende mas y me entristece es que sea compartida por muchas personas hoy en día.

Porque el cine es una carta abierta del director y guionista hacia un tema.  Decir que Marvel no tiene filmes que sean críticos o DC, es quedarse solo en la superficie sin querer ver más allá y estar negado a ello.

Solo hay que recordar que Capitán América: El Soldado del Invierno nos relata un thriller político sobre las consecuencias de que seamos vigilados por instituciones, o como Joker maneja (a medias, todo hay que decirlo) sobre la psicosis humana.

El tema es que nos hemos acostumbrado al pensamiento simple derivado de la corrección política y de la urgencia por trascender que ha generado Internet. Entre las prisas y el miedo a quedar mal, se producen opiniones mojigatas, censoras y que no dejan margen a aquello que invitan muchas películas de cualquier género, olvidando que cada espectador puede juzgar abiertamente lo que ve.

Y es que estamos fomentando una cultura que te diga lo que tienes que pensar en vez de que te haga esas preguntas que a uno mismo le incomoda hacerse.  Queremos irnos por lo simple; que si la película es sobre un tipo que está pasando una situación difícil al final sea recompensado, o si es alguien que hace algo malo, sea castigado.  Que tanto las historias como la película sean simplistas.

En cambio, si se nos presenta una historia con un final abierto, una lectura ambigua o preguntas que no quedan respondidas nos sentimos jodidos, estafados y hasta moralmente indignados porque no hemos escuchado lo que queríamos oír, porque no ha venido la peli a darnos la razón para poder dormir tranquilos otro día más.

No digo que todo el cine tenga que ser ambiguo, sesudo o exigente con el espectador. En la variedad está el gusto, la riqueza cultural y cada película tiene su momento. Pero desde luego agradezco mucho que haya todavía directores, guionistas, actores y demás que quieran hacer algo mas de lo que estamos acostumbrados a ver y con una visión muy distinta.  Alguien con los huevos de dejar que el espectador sea quien responda las preguntas en base a lo que uno mismo piense o crea.

Para las personas de pensamiento simple (aunque se lea feo) el cine de héroes, es absurdo, infantil o sin sentido.  Para este servidor, es CINE.

Las distopías suelen tener ciertos tipos de gracias porque son paralelismos con el que todos imaginamos, y más si somos fans del cine de ciencia ficción.  Hace poco Netflix sacó Sweet Tooth y el año pasado salió (después de tantos retrasos) A Quiet Place Part II.

Esta vez HBO (amparado en HBO Max) decide sacar DMZ, basado en un comic donde estalla una guerra civil y parte de la ciudad (Manhattan en este caso) se convierte en una zona desmilitarizada, donde Alma (interpretada por Rosario Dawson) pierde a su hijo y decide emprender un viaje en su búsqueda.

La mini serie no se pierde en su desarrollo de personajes.  De hecho, es lo mejor que tiene y de lo que puede sacar pecho, porque tanto la presentación de los personajes como sus desarrollos son totalmente ingeniosos y acertados.  Los entendemos y fácilmente podemos sentir empatía o desagrado con cada uno de ellos en cuanto al guión y al director les conviene.  Su verdadero problema está en el desarrollo de su historia, en su ambientación y en la dirección tomada.

Vemos a Alma Ortega caminar con toda la calma posible en un supuesto mundo lleno de peligros y personas armadas dispuestas a matar al primero que se les cruce, pero la ambientación le resta mucho porque no se siente la sensación de peligro que se supone debe impregnar en estos títulos.  Mientras que en A Quiet Place Part II sentimos como cualquier mínimo ruido puede ser un problema para nuestros protagonistas, en DMZ nos olvidamos a mitad del segundo capítulo que estamos ante una zona desmilitarizada.

Por otro lado tenemos el desarrollo de la historia que es totalmente caótico.  Si bien es cierto que el drama familiar es una historia casi central, esto es llevado a una exageración que se nos olvida en que estamos metidos.  Basan su estructura narrativa en un montón de clichés y olvidan el hilo argumental por momentos.

Y en cuanto a la dirección, Robert Patino parece gustar más por la novela mientras que Ava DuVernay, opta por hacer un melodrama bastante pesado que por suerte cuando uno empieza a aburrirse, termina acabando.

Veredicto

Apenas cuatro capítulos que no saben qué dirección tomar.  La serie a pesar de contar con un buen desarrollo de personajes, no es suficiente.

3 / 10