Es increible que esta sea la película número 59 de la factoría Walt Disney.  Cine de animación que ya a estas alturas todos conocemos y no necesita ningún tipo de introducción.  “Raya y el Último Dragón” es la película que nos ocupa, la cual tenía previsto su estreno en cines en el 2020 pero ya por condiciones que conocemos la tenemos en su plataforma de streaming.

Y es que el filme dirigido, principalmente por Don Hall y con un guión en donde participan un gran grupo de personas, no es nada original y es bastante predecible.

Ambientada en una ciudad ficticia (que parece ser China), nos trasladan a un suceso antiguo que como es usual, se volverá a repetir y que nuestros protagonistas tendrán que resolver.  Tampoco se nos escapa el drama paterno filial del que Disney siempre aboga, eliminando (cada vez más) el componente romántico.  Aquí, el filme consigue ser lo suficientemente interesante con el desarrollo de sus personajes, alimentándose de personalidad.  Raya es enérgica, decidida y bastante carismática, y sus objetivos son claros.  Lo mismo sucede con los personajes secundarios los cuales tienen un desarrollo bastante completo, en donde todos están unidos por los dos temas principales de la película: la hermandad y la confianza.  Tal vez quien carece un poco de desarrollo es el personaje de Namaari, quien a pesar de presentarnos con dudas e ideales influenciados por otro personaje, por momentos son poco creíbles.

En cuanto al apartado técnico pues ninguna sorpresa.  Disney tira la casa por la ventana y la animación es de primer nivel, destacando esos hermosos planos aéreos de esas increíbles ciudades que componen ese mundo.  Lo mismo sucede con la música de James Newton Howard en donde destacan esas partituras de piano bastante hermosas y que juegan mucho con la ambientación.

Como mencionamos anteriormente, su mayor defecto está en un guión que parece realizado para videojuegos, donde el “vamos a x lugar a buscar esto y luego ir a este otro lugar a buscar lo otro” resulte repetitivo y si a eso le sumamos que cada viaje trae consigo un personaje nuevo al que desarrollar, pues, la temática del videojuego está presente.