Julia Ducournau debutó en el 2016 con la película “Raw”, la cual fue una sorpresa para todos.  Ahora en el 2021 la directora se abre camino y con mucha fuerza estrenando “Titane”, una película que no deja indiferente a nadie.

Y para nosotros hay algo extraño en este filme, porque nos recuerda a ese cine de Cronenberg en los 90´s.  Un cine transgresor, pero que a día de hoy es obsoleto, por lo que nos quedamos muchas veces con la duda de si se estaba haciendo adrede, o si realmente “Titane” está siendo demasiado sobrevalorada.

Alexia es una joven que sufrió un accidente en su niñez y esto le llevó a odiar a su padre y mantener una ira constante.  Cuando es buscada por la policía por unos delitos, decide presentarse hacia una familia que anda buscando a su hijo desaparecido hace varios años, haciéndose pasar por este.

Una de las mayores bazas de la dirección de Ducournau es que aparte de no sobrecargar al espectador con información, hace de la sutilidad la clave de la narración. Inútil de subrayar, de hacer que los actores recitan líneas para aquello que ya se ve, Ducournau se posiciona contra el guión literario como anti cinematográfico y pone a la imagen como principal conductora.  Gracias por esto.  Un plano nos da la información necesaria y no necesitamos personajes que nos la estén diciendo.  Aunque existen momentos en que la directora nos abandona a nuestra suerte, de forma consciente para que podamos sentir lo que siente su personaje principal.  Confusión y busca respuestas rápidas, donde es difícil encontrarlas.

Visualmente tiene momentos en los que nos debatiremos si mirar o apartar la mirada, pero al final ese espectáculo, entendemos que debe ir en alguna dirección; «Titane» no sabes donde quiere llevarte en ningún momento, y esto, si no es algo que la directora haya planificado.

Sobre el peso del film en cuanto a actuación nada que objetar, tanto el personaje de Alexia como el que interpreta Dominique Frot no hay pegas. Ambos juguetes rotos son hipnóticos y aguantan toda la trama absurda, extraña y bizarra.

Al final, el filme es cine hecho y derecho que a pesar de andar perdido, no se siente que hayas perdido el tiempo.  Flojea la dirección por momentos, principalmente en su tercer acto pero es lo suficientemente poderosa para mantenernos atrapados en su mundo.