El space opera es una subgénero de la ciencia ficción que nos relatan historias de aventuras espaciales, casi todas en un futuro lejano y no necesariamente distópico.  ¿Por qué lo mencionamos? Porque ‘Ad Astra’, la última película del director James Gray (‘The Lost City of Z’, ‘We Own the Night’) bebe mucho de películas como ‘Moon’, ‘The Martian’, ‘Interestellar’, ‘Gravity’ y ‘2001: A Space Odyssey’.

Se nota en muchos planos, en la sublime música de Max Richter, en diálogos, e incluso en la trama.  Pero iremos por parte.

Filosofía espacial

En un futuro “no muy lejano”, viajar a la luna es algo rutinario, tanto para hacer turismo por civiles, como viajes de instituciones para realizar investigaciones y explotación de minerales.  Tras ocurrir un pico eléctrico muy extraño y que se repite cada cierto tiempo afectando demasiado a la Tierra, el gobierno investiga que dicho pico proviene de Neptuno, más concretamente de un proyecto que quedo perdida hace años comandada por Clifford McBride (Tommy Lee Jones).  Así que el gobierno le pide a su hijo, Roy McBride (Brad Pitt) para que intente ponerse en contacto con su padre.

Brad Pitt es la película.  Es el pilar y quien lleva todo el peso ya que es 90% él.  No es un personaje que refleje mucha personalidad.  Es introspectivo en gran parte de la historia, y aun así, podemos entenderle e incluso empatizar con él.  Los demás personajes pasan por pantalla sin tener más de 20 minutos en ella.  Tommy Lee Jones es Tommy Lee Jones.  Ruth Negga (‘Preacher’) y Donald Sutherland (‘The Hunger Games’) se pasean por pantalla sin brillar demasiado, mientras que Liv Tyler (‘The Incredible Hulk’) y Natasha Lyonne (‘Orange is the New Black’) apenas sale segundos.

Otro punto grande de ‘Ad Astra’ es su guion, que busca contarnos con dobles lecturas sobre la búsqueda interior del ser humano, sobre su relación con Dios, sobre la paternidad y de forma subliminal, sobre la psicología mental del ser humano y su adaptación en los ambientes.  Es un mix de temas, que funcionan correctamente sin caer en bobadas.

El debate personal del protagonista, marcado y condicionado por sus traumas a raíz de una relación defectuosa con su padre, mezclado con cuestiones filosóficas de fondo, logra profundizar llevándonos a reflexionar sobre debates complejos sobre la soledad, la humanidad, Dios, o nuestro lugar en el universo.

Y todo esto se condensa con un soundtrack de Max Ritcher que sabe cuándo dar drama, tristeza o simplemente emocionar.  Una fotografía magistral de Hoyte van Hoytema (‘Her’, ‘Interestellar’), quien ha trabajado con Nolan en su odisea espacial.

Arma de Doble Filo

Pero como no todo es perfección, parte de su guion es su grave error.  Porque en momentos resulta que hay cosas que ya hemos visto varias veces pero aquí están de forma superficial.  Momentos tan vacíos (que no dudamos que tengan un significado) para la historia que no fácilmente pueden ser eliminados y no nos damos cuenta (la escena del primate).  Y lo peor de todo es una voz en off que nos dice lo que ya estamos viendo.  Una especie de narrador que nos saca constantemente de la película.

James Gray logra un filme hermoso visualmente, con unos planos preciosos.  La música encaja de maravilla y la fotografía perfecta.  A todo esto la actuación de un Brad Pitt que demuestra que aún tiene potencia suficiente para llevar una película en sus hombros sin problema alguno.  Pero con unos fallos de guion por parte del mismo James Gray con Ethan Gross, que restan muchísimo a una hermosa experiencia.  ¿Quién diría que su misma fortaleza seria su debilidad?