Sam Mendes es un director con una trayectoria muy peculiar, porque a pesar de tener grandes películas nunca ha sido un director que llevará personas en masas a las salas de cine. Era así hasta “James Bond 007: Skyfall” la cual representó un lavado de cara al famoso agente británico y un cambio radical (pero sutil) a todo lo que se había visto del personaje y su universo.
Ahora el director ha vuelto con algo que ha llamado la atención de todo el mundo. “1917” es una película “con un solo plano secuencia” y ponemos las comillas porque en realidad tiene uno que otro corte bien suave. Esto es lo que hace grande a la película. Mendes nos sumerge en una guerra, creando situaciones y conflictos bien trabajados y con un apartado técnico de tal magnitud que hace de esta experiencia como una de las mejores. Sin duda alguna no son una ni dos veces que una escena nos dejaba con la respiración entrecortada y sentir como si realmente estuviésemos ahí.
Pero lo más importante para nosotros (lo cual hemos mencionado muchas veces) es el guión de la película y en el caso de “1917” el guión decepciona.
La historia no va a ningún lado, y su única premisa es ir del punto A al punto B, y (aquí viene lo espinoso) con esa premisa (que no tiene profundidad) es una exageración la duración de la película, lo cual nos lleva a la conclusión de que todo eso es simplemente para el lucimiento técnico de la película, el cual es impecable.
Irónicamente el plano secuencia es lo que ha hecho que el guión se haga más difícil de tragar, porque donde pudo haber un mejor desarrollo, el plano secuencia lo limita, logrando un resultado totalmente irregular.