Ya hemos terminado el verano, y con ello llega e último blockbuster veraniego, que a pesar de tener una premisa (algo) interesante se opaca con tantos elementos que sorprende que salga airosa.

Tiene todos los componentes necesarios para entretener y hacerlo en grande.  Un devastador huracán, caimanes descomunales, y personajes carismáticos.  Todo esto en un ambiente angustioso.  Y cuando ya está empezando a cansar, pues se acaba, porque su duración es tan corta que apenas da tiempo para bostezar.

Su desarrollo es vertiginoso y es de agradecer en este tipo de películas.  Una sensación de agobio que va creciendo con cada escena, logrando conquistar a quien trate de pasar un momento agradable en el cine, cosa que es lo que se busca con este tipo de películas.  Su música por igual es bastante entretenida.

Entonces, ¿Dónde está el problema si entretiene?

Tocando aparte el hecho de los malos efectos (que no necesariamente dañan la experiencia), las actuaciones y el melodrama hacen que la película pierda lo suficiente para ser olvidada dentro de poco tiempo.

Kaya Scodelario (‘The Maze Runner’) ni siquiera pestaña mientras esta bajo los fuertes vientos del huracán.  Ni siquiera se inmuta de dolor cuando recibe una mordida de algún caimán de turno.  Y para colmo se le entrega las dosis más pesadas de melodrama innecesario en donde los diálogos sin gracia hacen acto de presencia.  Por otro lado Barry Pepper (‘Enemy of the State’) cumple lo suficiente para encontrarlo agradable.  La mejor actuación se la lleva el perrito de la familia, que se roba ciertos planos.  Muy bonito el cachorro.

Realmente la película no tiene mucho que destacar.  Cumple lo prometido, que es entretener.