Es muy difícil lograr hacer humor con el horror, y más en esta época.  El director Taika Waititi lo ha hecho con su nueva película “Jojo Rabbit” que narra la vida de Jojo Betzler, quien es un niño alemán y nazi que tiene de amigo imaginario a Hitler y que desea salir a la guerra y odia a los judíos.  Más negro de ahí no podía ser, pero, aunque suene así no se preocupen que la película es totalmente accesible. Nos explicamos con mucho detalle (pero sin spoilers).

Parodiar a los nazis no es nada nuevo, pero tomar el antisemitismo nazi durante el Tercer Reich para hacer un análisis dramático sobre el racismo en esa época es tal vez uno de los puntos más ingeniosos de la película, aunque con ligeras sombras y falta de irreverencia.  Porque la película trata de ir lejos, lanzar fuertes críticas actuales, pero solo las menciona por encima para rápidamente taparla con un sketch quedando el resultado bastante blanco en cuestiones de humor. En el drama pues es mayormente interesante utilizando el personaje ficticio de Jojo como función de contrapunto para retratar el conflicto psicológico del niño y dando cierta progresión temática a la relación de Jojo y Elsa, cruzando varios matices desde la sensible hasta la inocente.

Las actuaciones son muy buenas destacando a Thomasin McKenzie como Elsa, Roman Griffin Davis como Jojo y Taika Waititi con un Hitler descolocado (dando lo mejor en la escena final donde pierde el control).  Sam Rockwell y Scarlett Johansson están brutales en el poco tiempo que salen destacando la escena drag de Rockwell y en Johansson la escena donde hace de madre y padre en la cena. Dicho esto, para nosotros quien tiene el magnetismo para generar sentimientos en el público es Archie Yates como el mejor amigo de Jojo llamado Yorki (sin apellido alguno) quien se lleva varios diálogos ácidos.  En cuanto a los demás pues, están ahí sin más. Alfie Allen apenas tiene dos escenas con diálogos y Rebel Wilson hace el mismo papel que tiene repitiendo desde hace más de cinco años.

La factura técnica es sin duda otro de los fuertes de esta película y en el que se conoce el talento del director.  Encuadres simétricos, cámaras estáticas, montajes al servicio de la comedia, muchos pero muchos primerísimos primer planos y una fotografía que remarca la suciedad de la guerra pero con el colorido que todo niño ve (mientras Jojo está solo o con Yorki o su madre, la paleta de colores es brillante, pero mientras esta con Elsa hay una mezcla de colores brillantes por parte de Jojo y de colores pálidos por parte de Elsa, rompiendo esa estética colorida cuando Jojo experimenta su primer gran dolor y llegando a estar a la par con Elsa cuando vive su segundo gran dolor).