Las distopías suelen tener ciertos tipos de gracias porque son paralelismos con el que todos imaginamos, y más si somos fans del cine de ciencia ficción.  Hace poco Netflix sacó Sweet Tooth y el año pasado salió (después de tantos retrasos) A Quiet Place Part II.

Esta vez HBO (amparado en HBO Max) decide sacar DMZ, basado en un comic donde estalla una guerra civil y parte de la ciudad (Manhattan en este caso) se convierte en una zona desmilitarizada, donde Alma (interpretada por Rosario Dawson) pierde a su hijo y decide emprender un viaje en su búsqueda.

La mini serie no se pierde en su desarrollo de personajes.  De hecho, es lo mejor que tiene y de lo que puede sacar pecho, porque tanto la presentación de los personajes como sus desarrollos son totalmente ingeniosos y acertados.  Los entendemos y fácilmente podemos sentir empatía o desagrado con cada uno de ellos en cuanto al guión y al director les conviene.  Su verdadero problema está en el desarrollo de su historia, en su ambientación y en la dirección tomada.

Vemos a Alma Ortega caminar con toda la calma posible en un supuesto mundo lleno de peligros y personas armadas dispuestas a matar al primero que se les cruce, pero la ambientación le resta mucho porque no se siente la sensación de peligro que se supone debe impregnar en estos títulos.  Mientras que en A Quiet Place Part II sentimos como cualquier mínimo ruido puede ser un problema para nuestros protagonistas, en DMZ nos olvidamos a mitad del segundo capítulo que estamos ante una zona desmilitarizada.

Por otro lado tenemos el desarrollo de la historia que es totalmente caótico.  Si bien es cierto que el drama familiar es una historia casi central, esto es llevado a una exageración que se nos olvida en que estamos metidos.  Basan su estructura narrativa en un montón de clichés y olvidan el hilo argumental por momentos.

Y en cuanto a la dirección, Robert Patino parece gustar más por la novela mientras que Ava DuVernay, opta por hacer un melodrama bastante pesado que por suerte cuando uno empieza a aburrirse, termina acabando.