La directora Nia DaCosta (Candyman) es la responsable para The Marvels, secuela directa de Capitana Marvel, y la cual está conectada con Ms Marvel y un ligero tramo de WandaVision.

En un gran camino que tiene el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) y en donde últimamente va tambaleándose, el filme con guión de la misma directora con Elissa Karasik (también ayudó para algunos guiones de Loki), se suma a los productos de “mirar y tirar” que Marvel está realizando en los últimos tiempos y es una verdadera lástima, porque potencial tiene.  Sin embargo, tampoco es que estemos ante algo tan terrible y sin sentido como ha sido Ant Man 3 (me niego a poner el nombre tan largo ese que lleva).

La historia sigue a Carol Danvers, que sigue su lucha contra tiranos Kree, sin embargo en medio de una lucha cruza con un agujero de gusano y hace que sus poderes se conecten con los de Kamala Khan aka Ms Marvel y Monica Rambeau.  Aquí había una oportunidad perfecta, para centrar la película en tres direcciones distintas (a pesar de que, obviamente, la película es de CAPITANA MARVEL), inclusive con sus tres tonos y jugando con los estilos de cada una.  Algo similar a como hizo “Stranger Things S4”, pero mucho mejor.

Sin embargo, la historia es bastante intrascendente, siendo una historia que empieza y acaba en el film y no tiene repercusión de nada (que no está mal) pero que tampoco aporta absolutamente nada a los personajes.  Una verdadera lástima, porque a pesar de ciertos momentos divertidos y coherentes, todo se esfuma rápidamente con una falta de desarrollo de personajes e historia.

Si a interpretaciones nos vamos, The Marvels se queda con Imán Vellani es quien se roba todas las escenas y es el personaje más divertido y carismático de la película, además de Samuel L. Jackson.  Vellani logra captar la misma esencia que en la serie, pero la multiplica por diez, logrando que nos encariñemos rápidamente con ella.  Lo mismo no sucede con Brie Larson a quien la directora parece que le exigía solo poner caras de incomodidad durante toda la película, y ni hablar de Teyonah Parris, quien ha demostrado ser excelente actriz y hace poco la vimos en “They Cloned Tyrone”.  Zawe Ashton, Gary Lewis y Park Seo-joon, no están mal, pero pudieron aprovecharse mejor.

La música de Laura Karpman, quien se encargó del excelente soundtrack de Ms Marvel con muchas mezclas de música oriental, esta vez va hacia algo más clásico pero con la experimentación.  No es que sea lo mejor del año, en cuanto a la música, pero no está mal.  En cuanto a la fotografía Sean Bobbitt ni se siente, ya que utilizan lo que yo llamo “el filtro Marvel” que funciona bastante bien para sus producciones.

En definitiva, The Marvels es una película que pasará sin pena ni gloria, y es un filme que desaprovecha muchas oportunidades.

Veredicto

Es un viaje accidentado con demasiados compromisos hacia el MCU, lo que socava el poder estelar de su reparto y el talento de su directora. Pero bueno, es corta y bastante divertida.

5 / 10

Para mi no hay ninguna duda que The Bear (la primera temporada) fue una de las mejores series del 2022.  Así que cuando acabó la serie, con ese final, me quedé mucho tiempo pensando que puede hacer diferente Christopher Storer (su creador) para aumentar la calidad de esta o al menos, para mantenerla.

A diferencia de la primera temporada, Storer decide crear a cada uno de los personajes principales su propio arco de desarrollo.  Se le dedica un capítulo a cada personaje para contarnos su historia, destacando el capítulo número seis, del personaje Richard (interpretado magistralmente por Ebon Moss-Bachrach).  Luego estan las demas actuaciones, todas especiales: Jeremy Allen White como Carmy Berzatto (me niego a llamarle Carmen), Ayo Edebiri como Sydney Adamu, Lionel Boyce y Liza Colón-Zayas, y otros más secundarios pero que no por eso bajen el nivel.

En cuanto a la premisa es concisa, contundente e interesante, además de estar llena de capas.  Narra la historia de un cocinero de gran nivel que se ve obligado a ocuparse del restaurante de sandwich propiedad de su hermano, el cual se ha suicidado.  Es una historia de duelo envuelta en una trama de cocina.  Argumentalmente si bien reúne las condiciones de un dramedy casi a lo Atlanta (pero sin el nivel de humor absurdo), por citar un caso reciente que guarde cierta relación esquemática: Un hilo principal que se diversifica sin perder esa línea.


The Bear es una serie que habla poco y hace mucho, ahí es donde dice lo que quiere decir. La conexión con la cocina es emocional. Muchas de las tramas avanzan literalmente, gracias a un plato. Una receta que es escuchada, un plato que es probado, una recomendación e incluso un recuerdo. Las emociones viajan con la comida y si prestamos atención es donde los personajes realmente sufren, lloran, respetan y en algún punto, aman. Los personajes rara vez lloran, rara vez se demuestran de manera directa afecto o admiración, y es por eso que baila el duelo entre ellos.  Y aquí en esta segunda temporada se explica con detalles de dónde viene esta toxicidad y toda esta ira, pero al mismo tiempo, el dolor.

La banda sonora es notable. Se respira y se oye Chicago. En los temas elegidos también vibran lo que los personajes no se animan a decir. En lo visual, salvo algunos primerísimos planos impresionantes, no hay grandes hallazgos.  La fotografía de Andrew Wehde se pierde y no se siente, y es una pena porque entiendo que jugar con esto (colores y tonos) hubiese sido algo muy interesante para poder demostrar con más fuerza los estados de ánimos de los personajes.

The Bear es un drama  de personajes conflictuados con una realidad que los hace sentir estancados y esta nueva posibilidad del restaurant es la que los invita a creer que se puede aspirar a algo más que lo que creían cotidiano, casi sentenciado.

Veredicto

En conclusión, la segunda temporada de The Bear es un regalo para todos los que amamos el cine. Al top 3 de mejores series del año sin ningún ápice de duda.

8 / 10

“The Creator” del director britanico Gareth Edwards es sin duda otra de las grandes sorpresas del año.  Aunque en honor a la verdad, tampoco es que el director haya tenido una mala racha en su filmografía.  Inicio con “Monster”, una película bastante interesante, seguido por “Godzilla” del 2016, que es quien inicia el universo monster que tiene Warner (y que pensábamos que culmina con “Kong vs Godzilla”) y luego Rogue One: A Star Wars History.


A mí me gusta la ciencia ficción, es tal vez mí género favorito y entiendo que no es fácil hacerla, pues es un género delicado, el que mayor potencial tiene argumentalmente, pero que a la vez suele requerir grandes medios, historias que necesitan buenos efectos especiales. El problema es que cuando tienes lo necesario para el apartado visual, es fácil perderse en ello y dejar desatendida la historia, lo más importante.

A “The Creator” le pasa eso.  Tiene un buen presupuesto, que no desorbitado, y en su intento de sacarle el máximo partido, descuida el foco principal. Los efectos especiales están logrados, hay bastante acción, espectaculares paisajes, pero el guión es demasiado simple, predecible y a veces muy tramposo.  Los personajes son todos planos, estereotipados, y mal escritos.  ¿La villana más villana cuál es su objetivo? ¿Qué es lo que busca realmente occidente? Encima hay muchos huecos argumentales que son de principiantes.

Y tiene esos pequeños detalles molestos de cine comercial moderno, como que personajes sueltan chistes sin sentido en medio de una historia seria, o el no menos molesto «deus ex machina» informático, consistente en meter un personaje que lo hackea todo con un chasquido de dedos; que sea un robot o una niña quien lo hace es que me viene dando igual, carece de credibilidad, es un recurso perezoso para avanzar en la trama sin trabajar el argumento.

La historia, todo el lore y el contexto están terriblemente creados, es confuso, incompleto y pobre en cuanto a inventiva de ese mundo, que parece ser un cruce del Saigón de la guerra del Vietnam con Blade Runner. La pobre creación de ese contexto hace que te dificulte seguir la historia, porque no entiendes la situación de los personajes, el peligro real que corren, los amigos y enemigos, todo se mueve al antojo arbitrario de los guionistas.

El uso de la inteligencia artificial en la historia está totalmente desaprovechado. Las IAs son personas con aspecto androide y punto. No da lugar a mayor reflexión. El maniqueísmo es total. Los malos lo son porque sí.

“The Creator” es una película que resulta entretenida, y visualmente es maravillosa, pero el guión no se aprovecha en nada y está muy pero muy mal escrita.

Veredicto

En resumen, se puede disfrutar un ratito si estás aburrido un domingo en casa y desconectas tu cerebro. No da para más.

4 / 10

Sé que he tardado en escribir esto pero es que para Oppenheimer he querido ser lo más objetivo posible, tanto por el impacto cultural que hay sobre ella por compartir cartelera con “Barbie” como por ser la primera película de Christopher Nolan fuera de Warner.

Y es que hay directores que adaptan su estilo a las películas que dirigen, así como hay directores que adaptan las películas que dirigen a su estilo.  En el primer caso, Quentin Tarantino adapta su estilo a las películas, en el segundo, Nolan adapta a las películas que dirige su estilo.  Y es que cuesta no reconocer uno de sus filmes a los pocos minutos de iniciar: edición acelerada, diálogos psicológicos que buscan ser profundos, los personajes.  Es todo, porque Nolan no sale de su zona de confort sino que ahora mete en ella a varios actores.


Oppenheimer es una película de Nolan, donde se emplean todos los recursos habituales del director, y es increíble como esto es lo que realmente le juega en contra cuando su estilo particular es lo que ayuda en sus películas anteriores.  El director no deja que los actores respiren, ni que la trama misma lo haga, ya que con su estilo particular, no concede espacio a que ni el espectador asimile lo que está viendo.  Por lo tanto, este biopic está enmarcado y preparado para llevarlo a los premios (sigo sin entender porque no estrenar esto en la temporada de premios).

Y con esto no desprecio su talento como director y guionista, que son buenísimos, y que cuando se trata de jugar con el espectador, pocos logran lo que él sí ha logrado (The Prestige es un excelente ejemplo), pero en tres horas de metraje, mete tantas cosas, subtramas, desarrollos, personajes, puntos de vistas, cambios temporales, cortes de planos de apenas 4 segundos.  Y lo que lo hace más cuesta arriba es que todo lo que envuelve a este personaje es complejo y profundo.

Sin embargo no todo es malo porque Cillian Murphy se roba la pantalla junto a una Emily Blunt que vuelve a demostrar su poderío frente a las cámaras, y con un Robert Downey Jr, Josh Hartnett y Casey Affleck impresionante.  Otros actores pasan tan rápido que ni se sienten como es el caso de Matthew Modine, Gary Oldman o Rami Malek.


En la fotografia, Nolan vuelve a confiar en Hoyte van Hoytema, quien logra la ya particular fotografia que al director le gusta destacando los colores opacos y dandole importancia al negro, como tambien ha vuelvo a apostar por Ludwig Goransson en la musica que consiigue partituras muy interesantes dandole un descanso a Hans Zimmer.

Se destaca por su aspecto técnico impecable. La partitura musical, la cinematografía y el diseño de producción se combinan para crear una atmósfera tensa y emocional que refuerza la trama y los conflictos internos de los personajes. Cada escena está cuidadosamente construida visualmente, transportando al espectador a la época y al contexto de la historia.

Pero el director incluso se da la tarea de que su guión explore la moralidad de la ciencia y la tecnología, pero como había escrito, todo tan compacto y acelerado que se pasa desapercibida.

Los personajes van y vienen, las cosas pasan porque así está escrito y la película está rodada en IMAX como podría estarlo en VHS, y Nolan seguirá siendo Nolan, mientra que Oppenheimer, si bien es una muy buena pelicula, pudo ser explorada de una manera mas dramática y no pensando que es un thriller.

Veredicto

Entre tanta épica parece no quedar demasiado espacio para conocer a J. Robert Oppenheimer, su historia y sobre todo, la de los títeres (científicos y mujeres) que le rodearon.

7 / 10

Barbie es la película más esperada del 2023, y con creces.  Primero porque de entrada el  argumento invita a la curiosidad, segundo porque compite contra un titán como lo es “Oppenheimer” de Christopher Nolan y tercero, por el reparto coral que tiene la película.

Mattel después de hacer millones con la muñeca y ver sus ventas bajar y no levantar cabeza, Mattel se unen en el 2014 con Sony para crear una película sobre las muñecas que en primer lugar tendría como protagonista a Anne Hathaway y con un guión de Diablo Cody, pero esto no funcionó y estamos donde estamos.  Así que cuando Warner apostó por Greta Gerwig (la primera opción era Patty Jenkins), los ejecutivos no esperaban una autoparodia.


Guiños a “2001: Odisea Espacial”, “El Padrino” y burlas hacia “Zack Snyder” o el estilo estadounidense, es prueba suficiente de que Barbie va con todo y que es una superproducción al servicio del humor.  Pero por si fuera poco, no se queda solo ahi, porque tambien hacer un cambio de paradigma con un tema feminista necesario y entendible.  Y es que Greta y su esposo Noah Baumbach (Historia de un Matrimonio, White Noise), saben que esto será una ola que estara arrasando por los cines llevándose todo a su lado y que el público femenino estará en primera fila, por lo que no dejarán pasar la oportunidad.

El filme tiene un argumento y arco dramático algo previsible y artificial, que tal vez sea su defecto más sonoro.  Porque aunque la historia aunque sea importante, no consigue que se sienta fluida y con el paso del tiempo en pantalla hace que poco a poco, se vaya desconectando del espectador y parezca una estrategia de ventas.  Y no, no es eso parte de la broma, porque en su tercer acto, se siente como una película que será un producto pero no un producto que es una película.

De todas formas, el discurso no se pierde y es donde está su mayor fuerza.  El mensaje feminista se destaca en toda la trama, y convierte a sus personajes en simbolos de autoaceptacion, diversidad y empoderamiento, pero tampoco se olvida de ellos a la hora de desarrollarlos y van evolucionando de una forma organica y natural.  Principalmente un Ryan Gosling en estado de gracia, y quien tal vez, tiene, irónicamente, la libertad en el personaje, porque su personaje que es totalmente hilarante y no se toma para nada en serio, es lo que el actor toma perfectamente para abrazar por completo y entregarse a la estupidez.  En cambio Margot Robbie, toda perfecta y excelente en sus interpretaciones, principalmente los momentos cómicos como dramáticos, son un poco más priorizados por la producción impidiendo que despliegue todo su ser.

En cuanto a la cinematografía a cargo de Rodrigo Prieto, destacando esos colores brillantes y haciendo un paralelismo extraordinario cuando salen del Barbie World, es una maravilla, pero lo que termina de robarse el show es el diseño de producción a manos de Sarah Greenwood y Katie Spencer, quien no dudo que la tengamos pasillando por los premios de la Academia.

En definitiva, Barbie es una buena película que encontrará detractores salvajes como admiradores exagerados, pero que realmente como filme funciona a la perfección.  Tiene un poderoso mensaje, y tiene un poderoso propósito.

Veredicto

Es una película divertida, inteligente y llena de corazón. Ofrece una visión más profunda de lo que uno esperaría de una película basada en esta muñeca icónica.

7 / 10

They Cloned Tyrone es una película que abarca varios géneros. Humor negro y surrealista con un thriller algo de ciencia ficcion y un poco de drama, aunque en muy poca medida, pero todo esto condensado en un blaxploitation.  El filme narra cómo Fontaine, Yo-Yo y Slick, se unen para investigar un extraño suceso de clonación en un laboratorio que está debajo del barrio en donde viven.

Pero antes que nada, ¿qué es un blaxploitation? Esto fue un movimiento (que se convirtió en género) que tuvo lugar en los años 70´s en EUA, y estos trataban temas muy específicos de la comunidad afroamericana en donde ellos también eran protagonistas de las historias.  Hace un tiempo Netflix sacó “The Harder They Fall” que es un western con muchos elementos del blaxploitation.  En este caso por cuestiones de estética, personajes, conflictos y diálogos, es que caemos en ese terreno.  Sin embargo, es algo extraño porque a pesar de que el filme parece estar ambientado en los años 70´s como el género, pues de golpe y sin previo aviso aparece un personaje utilizando un smartphone, hablan de temas actuales como el bitcoin o se ven vehículos propios de esta época, como si fuese una burla al mejor estilo “Atlanta”.


They Cloned Tyrone es la primera película de Juel Taylor, quien anteriormente había trabajado como co-guionista con Sylvestre Stallone en “Creed II” y hay que darle todo el crédito que merece, porque nos entrega un producto con un sello original y bien marcado, algo que en Netflix últimamente no se está convirtiendo en costumbre, ya que la plataforma de streaming esta cada dia mas enfocada en la fórmula.  Por otro lado la fotografía de Ken Seng, que es una maravilla, con esos tonos oscuros y opacos.

Los protagonistas no podían ser mejores.  John Boyega como Fontaine, quien reemplazó a Brian Tyree Henry en último momento (y que en opinión personal hubiese dado algo más de humor) está excelente.  Demuestra ser un tipo duro pero con más capas de lo que en su inicio se esperaba.  Teyonah Parris (a quien vimos en Wandavision) está excelente como Yo-Yo, pero quien se roba todo el show es Jamie Foxx como Slick con un personaje que es difícil de olvidar y que a más de uno le sacará una genuina carcajada.  Mérito tiene la escena improvisada del ascensor con ellos cantando.  Muy obvio que eso no estaba en el guión, pero le da un punto extra a los dos personajes.

Pero así mismo como hay puntos positivos, también hay negativos y el guión es uno de ellos, porque la narración es irregular y por momentos se maneja bastante torpe e infantil, que obviamente pudieron estar mejor escritas o al menos darle otro giro.

They Cloned Tyrone es un filme divertido de ver y que dará al menos unas horas de buen entretenimiento si te sabes adentrarse a su mundo el cual es tan extraño pero agradable y enigmático.

Veredicto

Una bomba de estilo y grandes risas con algo que decir y grandes interpretaciones. Todo un debut para Juel Taylor.

7 / 10

Ahora con el estreno de Mission Impossible: Dead Reckoning Part I, es que uno se da cuenta que dentro de poco, el bueno de Tom Cruise tendrá 30 años liderando una de las sagas más rentables del cine.

Christopher McQuarrie regresa en la dirección y en el guión, para tratar de ponerle un punto final a una de las sagas que ha sabido reinventarse en cada propuesta.  Y es que no hay una forma de explicar, sin caer en detalles, como en los 156 minutos que dura el filme, vas a estar totalmente desconectado y entretenido en partes iguales.  El director toma la estructura de Mission Impossible 1 (dirigida por Brian de Palma) e incluye su estilo característico de acción, logrando una estructura que se siente a clásico pero bien modernizado.  La composición de planos, en el montaje, el tono, e incluso la trama, que a pesar de ser moderna mantiene ese “clásico” de aquellos filmes de espionaje y acción.

El guión tiene sus pegas, porque claro, es un filme que busca más que nada entretener y lo ofrece con creces, pero aun así mantiene la coherencia.  Efectismos para el lucimiento de Tom Cruise, que en esta ocasión se nota que ha cedido más pantalla a sus compañeros y es algo de admirar y que ayuda al desarrollo de los personajes.  Hayley Atwell y Vanessa Kirby van evolucionando junto con la película, e incluso en un tramo de la película se convierten en el foco argumental.  Un movimiento que además de resultar refrescante en una franquicia que ya tiene rostro (Tom Cruise), ayuda a que las acrobacias se disfruten mejor porque son escenas muy puntuales.

Otro que aprovecha la estela “clásica” és el compositor Lorne Balfe, quien por momentos abraza lo tétrico para marcar una partitura muy particular, muy enfocada en la pérdida, como si estuviésemos ante un final que nunca llega, tal como uno de los acertijos que el equipo debe resolver.

La trama de Mission Impossible: Dead Reckoning Part I, es algo a parte.  Moderna y refrescante, pero al mismo tiempo entretenida e interesante.  Después de haber visto varios trailers me abstengo a decir de que trata a profundidad ya que la gracia está en que cada quien interactúe con ella.  Solo queda decir que en esta oportunidad Ethan y sus amigos, se verán con una de las amenazas más grandes y en la cual, el término “Misión Imposible” si tiene peso, ya que parece imposible, que logren tener éxito. La trama se vuelve oscura, en un mundo en el que convivir con amenazas en la sombra se ha convertido en parte intrínseca de nuestro día a día.

En general la película alcanza en numerosas secuencias cortas de planificación, montaje y puesta en escena que nos recuerdan que tras las trepidantes secuencias de acciones imposibles protagonizadas por el propio Tom Cruise y sus colegas, tras el riesgo y el más difícil todavía de las persecuciones espectaculares, hay talento cinematográfico.  Esto es cine hecho y derecho.  Un cine palomitero del que funciona como lo hizo Top Gun: Maverick (también con Cruise al mando), y sorprende que esta saga siga pensando en la gente que ha pagado una entrada, incluyendo incluso un final satisfactorio que convierten el título en un producto en sí mismo, y no en un seguro de ventas para lo que viene más adelante.  Fácilmente puedes ver esta y creer que es el final y funciona perfectamente.

Hay un perfecto equilibrio que convierte a Mission Impossible: Dead Reckoning Part I en una escuela de cómo manejar las claves del cine de acción en modo blockbuster. Una guía sobre cómo no cansar al espectador con sus secuencias de acción y su ritmo de trepidación constante, algo de lo que no pueden presumir la mayor parte de las producciones de acción o superhéroes de nuestros tiempos.

Pero claro, a pesar de todo esto, el equipo detrás de Mission Impossible: Dead Reckoning Part I, sabe claramente que las cosas han cambiado y el género de acción y espías ha evolucionado en los últimos años, y filmes como John Wick o Extraction, han servido para reorientar cómo se plasman tiroteos, peleas cuerpo a cuerpo e incluso persecuciones.  Porque seamos claros, quien se sienta a ver una de estas películas no espera encontrar una realidad abismal en su propuesta, pero tampoco busca sentirse engañado con cosas tan inverosímiles como las que plantea la saga de Rápidos y Furiosos.

Mission Impossible: Dead Reckoning Part I, es una carta más de amor al cine de acción de la vieja escuela en toda su dimensión. Se utilizan efectos especiales digitales, qué duda cabe, pero aquí lo importante es sobre todo ver a nuestro protagonista realizando toda clase de complejas proezas.

La película tampoco renuncia a su discurso ni tampoco a su sentido del humor, muy característico y en pequeñas cuotas, porque esto no es un circo ni un filme de humor, y aquí hay espacio para el dramatismo y para la demarcación de líneas de diálogo que buscan darle una profundidad a la trama que resuene fuerte en la audiencia.

Veredicto

Mission Impossible: Dead Reckoning Part I, es una carta más de amor al cine de acción de la vieja escuela en toda su dimensión.  Esto merece ser visto en cines si o si.

8 / 10

No tengo dudas algunas de que cuando David Maler trabajo en “Cuarencena”, hubo ligeros coqueteos con peliculas como “The Menu” o “The Invitation”, pero dandole un giro mas hacia el humor negro y la satira ácida.

La premisa es sencilla como moderna: un chef y su esposa, en medio de una pandemia, deciden hacer una cena en su casa e invitar a sus amigos mas cercanos.  Con esta premisa el director y guionista, toma lo necesario para ir lanzando dardos a diestra y siniestra, dotando la narración en una línea que finalmente salta entre el drama y el humor, sin despeinarse.

Y es que, a pesar de que la película está contada en episodios (en cinco tiempos como si de una cena se tratase), el desarrollo tanto de la historia como de sus personajes, está tan bien realizada que es difícil no congeniar con algunos de ellos, o al menos entenderlos.


Los personajes van teniendo justificación y sentido en la medida que provocan sus propios estadios de comportamientos como es el caso de Mateo (Luis José Germán), ese particular chef que maneja los hilos y la dirección de la historia, Claudia (Soraya Pina), su esposa que revierte parte de su ira en la frustración de no haber podido ser como lo hubiera querido; Aurora (Elizabeth Chahin) que comparte ciertas aspiraciones sentimentales con Joana (Isabel Spencer), esta última quien gravita como un péndulo sobre su vida y emociones.

También la dualidad de Carmen (Nashla Bogaert) quien se mueve entre la incertidumbre y la cordura; Chompi (Frank Perozo), un personaje apático que solo mira las oportunidades y motor de los mejores momentos de la historia; Jonás (Joshua Wagner), hermano de Mateo quien no encuentra salida para encontrar sus propias aspiraciones y Jorge (Richardson Díaz), un incógnito quien modifica la perspectiva del relato en su último acto.

En las actuaciones todos están de maravilla, pero Isabel Spencer y Soraya Pina, son quienes más destacan y absorben a los personajes de tal forma que es difícil no imaginar otra persona en este papel que no sean ninguna de ellas dos.


En cuanto a lo técnico, Cuarencena sabe lo que hace.  El diseño de producción a manos de Shaina Cohen está bien elaborado y subjetivamente tratado para crear algo en el espectador pero también para marcar lo que nos avecina con esos colores rojos en las paredes (no es adrede que están ahí), porque está lleno de alegorías.  Lo mismo con las sombras, muy bien trabajadas gracias al trabajo de Luis Enrique Carrión.

En definitiva, Cuarencena es una buena comedia dominicana que sabe aprovechar los momentos y con una dirección muy aceptable que invita al espectador a entrar en el juego junto a los personajes.

Veredicto

Cuarecena es divertida.  Una comedia negra que sabe como y cuando manejar su humor y su drama.

6 / 10

¿Que se puede decir de “Asteroid City” que ya no se haya dicho?

En el panorama cinematográfico actual, resulta difícil que el cine de autor aparezca de entre tanta franquicia y, sobre todo, que tenga la capacidad de consolidarse e incluso de construir un público fiel admirador de tu propio arte. Podríamos decir que Wes Anderson es de los pocos que pueden presumir de tener cabida en este sentido.

Wes Anderson nos ofrece un nuevo producto fiel a su estilo : peculiar, extravagante y de una estética reconocible y persistente.  La teatralidad de la que ya es característica su filmografía en lo formal –con escenarios acartonados, un diseño de producción y una escenografía ideada al milímetro, la rectitud de los movimientos de cámara o sus diligentes diálogos–, ahora también se hiperboliza en lo argumental.  Sin embargo, en lo argumental todo está un poco desordenado, dejando en evidencia que el director está más enfocado en lo visual que argumental.

Algo similar pasó en su anterior película, “The French Dispatch”.  Toda la trama principal se encuentra ubicada en un páramo desolador de los Estados Unidos de los años 50, una ciudad ficticia (Asteroid City), en la que se produce una especie de reunión en la que concurren profesores, padres e hijos para un concurso escolar dedicado a la observación de fenómenos astronómicos. Asimismo, hace millones de años un asteroide cayó en aquel páramo y se rememora dicho acontecimiento.  Un acontecimiento tan extraordinario como inusual sucede.  Wes Anderson se centra tanto en la imagen, que se le olvida que para poder disfrutar debemos emocionarnos. La belleza de sus imágenes no es suficiente, muchas de ellas están vacías y solo vemos a actores, interpretando actores, que interpretan a personajes, es decir, acciones y gags sin conexión. No dudo que detrás de todo ello haya una historia clara, pero no acabo de comprender la excesiva variación del punto de vista con elipsis espacio-temporales.


Y es que Asteroid City pierde el camino de lo que cuenta, después de veinte minutos iniciado su metraje.  No solo eso, sino que las escenas donde Bryan Castron aparece para explicar algo, son tan innecesarias como difíciles de digerir, ya que sacan constantemente de la trama.

En esta reunión de excéntricos personajes –protagonizados singularmente, otra vez, por un gran elenco de rostros conocidos–, el cruce de historias en la ficticia ciudad desértica de Asteroid City y los enredos en la pre-producción, los ensayos y el backstage de la obra se ven diferenciados por la fotografía.


Todos destacan, así que hablar de un actor en particular, es difícil.  Tampoco es que hagan algo más extraordinario de lo que estamos acostumbrados a ver por parte del director.

En definitiva, Asteroid City se asienta en su estética manierista y difunde un mensaje claro, su arte no es para emocionarse, sino para divertirse. Una ausencia de discurso que provoca que nos separemos de la película y nos quedemos fríos ante lo que quiere contar, intentamos conectar constantemente con algo, pero la película nos repele.  Sin embargo, en el apartado técnico ha depurado tanto su estilo, que disfrutamos viendo dobles enfoques, planos con encuadres milimétricos y movimientos de cámara y de personajes como si viviéramos en un cuento. Dichas imágenes nos devuelven el reflejo de una sociedad vacía, en la que ya no queda nada, ni siquiera el sentimiento, pero debemos intentar aferrarnos a las emociones para disfrutar más de la vida.

Veredicto

Asteroid City corresponde a esta tercera etapa de su cine, donde deja la narratividad expuesta ante el espectador, pareciera un cirujano que exhibe un cuerpo abierto. Ahora el arte se ha convertido en imagen pura y el discurso se ha diluido tanto, que no entendemos qué nos quiere contar.

5 / 10

Black Mirror es una serie antológica (que cada capítulo es concluyente y ninguno tiene que ver con otro a pesar de algunas referencias para que sepamos que todo sucede en el mismo universo).  Su mayor tema es cómo la tecnología puede afectarnos y alterar nuestras vidas cuando abusamos o dependemos de ella.  Charlie Brooker, el creador, desde el 2011 que inició este proyecto, no solo tiene esa característica para su serie, sino que también nos da un giro de guión a mitad del capítulo totalmente inesperado.

Esta nueva temporada no ha abandonado lo del giro, pero sí el tema tecnológico.  Y es una lástima como la tecnofobia es olvidada completamente para poder adaptarse a estos tiempos o tal vez lo habrán hecho por pedidos de alguien más grande (¿Netflix?).  Durante los cinco capítulos las historias, aunque algunas estén mezcladas con la tecnología, no utiliza la misma para criticarla, sino que cada capítulo, lo que busca es criticar una situación relacionada con la persona.


El primer capítulo de Black Mirror es Joan is Awful, que después de un buen y excelente arranque, el capítulo se diluye rápidamente en un intento de ser dramático, sorprendente o gracioso, no se entiende bien.  Y cuando por fin da un giro de tuerca interesante y que puede retomar su camino para criticar la tecnología y los algoritmos, pues decide irse por el lado fácil.  Luego sigue el capítulo Loch Henry que ya deja claro que las manos americanas de Netflix ha sido quienes han dañado la serie y que Brooker solo “revisa” los guiones solo por compromiso.  La historia es sobre unos muchachos que van a un pueblo a grabar un documental y se topan con la historia de un asesinato que les traera graves consecuencias.

Ya a estas alturas uno no sabe bien si estamos viendo algún capítulo de Twilight Zone o que, pero de Black Mirror no se ve nada.

Por suerte llega uno de los mejores episodios que es Beyond the Sea, que tiene (casi) todos los elementos característicos de la serie: ambientación oscura, personajes enigmáticos, desborde de fanatismo, etc.  Y digo “casi” porque la tecnofobia brilla por su ausencia (a pesar de que utilizan tecnología avanzada y creíbles que puedan criticar).  Este narra la historia de dos hombres en una misión en el espacio, quienes pueden bajar a la tierra con un cuerpo robótico de reemplazo y al cual se conectan vía una máquina.  La actuación de Aaron Paul en este capítulo es oro y sin duda tiene todas las de ganar.


Mazey Day es el cuarto capítulo con una Zazie Beetz (Atlanta) que está totalmente perdida y sin rumbo, y terminamos con Demon 79, el cual ya aquí estamos perdidos totalmente porque no sabemos que estamos viendo.  Un capítulo que brinca de la autoparodia al drama sin el menor pudor, aunque, de forma extraña es el único que mantiene la tecnofobia ya que está ambientado en un 1979, donde el malestar por los avances tecnológicos estaban a flor de piel.

En definitiva, la sexta temporada de Black Mirror es muy desaprovechada.  Parece que Netflix busca expandir la serie a otros públicos (algo de cierto tiene el capítulo Joan is Awful) y han decidido sacrificar identidad y originalidad para buscar diversión.  Sacrifica la tecnofobia para hablar sobre la salud mental o la depresión.  Y elimina esos finales oscuros para apostar por un final feliz con ligeros tonos agrios que solo hacen desconcertar más al fan de antaño.

Veredicto

Brooker forja un poco interesante camino para la serie, que no se centra en la tecnología pero sí invita al análisis, porque en su lugar, se aventura a pedir al público que reflexione sobre cómo consumimos nuestras historias.

5 / 10